“Amor como una Roca”
Una meditación previa a la Pascua y al Día de Resurrección.
Partes de Jerusalén están abarrotadas con iglesias. El flanco oeste del Monte de los Olivos donde se separa del Valle de Cedrón es un smorgasbord (bufé sueco de diversas comidas) de sitios santos, cada uno guardado celosamente por su benefactor denominacional. Como abejas colectando polen, visitantes de alrededor del mundo atraviesan la ladera sumergiéndose en un sitio y luego en otro, reuniendo sustento espiritual. Pero esa no fue mi experiencia; donde otros veían pollen, yo sólo veía contaminación espiritual.
Me lamenté la primera vez que estuve en la cima del Monte de los Olivos y vi hacia las iglesias agrupadas abajo, y a los minaretes y domos alzándose dentro de la misma Jerusalén. Cada uno me parecía como sentinelas, una invasión de “mi” patria por extranjeros y sus dioses. Conmovido hasta las lágrimas, me aparté de nuestro grupo turístico y quedamente canté “v’ne’emar”, una sección corta de liturgia de sinagoga tomada del profeta Zacarías:
“Y el Señor será rey sobre toda la tierra; aquel día el Señor será uno, y uno Su Nombre” (Zacarías 14:9).
Como creyente judío en Jesús, mi corazón se dolió por mi pueblo, y anheló por el regreso del Mesías cuando toda la religión humana será expuesta y depuesta por nuestro Rey. Poco me di cuenta que tan sólo unos pocos años después, en uno de esos menospreciados edificios, Dios conquistaría mi endurecido corazón.
Mi desdén por esas Iglesias se calcificó a través de subsecuentes tours al Monte de los Olivos. Una iglesia realmente me irritaba. El edificio actual no es ni remotamente antiguo. Construído sobre las ruinas de una iglesia bizantina destruída por un terremoto en el 746 d.C., y luego una capilla de las Cruzadas abandonada en 1345 d.C., fue consagrada en 1924. Para hacer las cosas peor (en mi pensamiento), la iglesia tenía un ambiente de Torre de Babel. Sus doce domos contenían los sellos oficiales o escudo de armas de varias naciones que habían contribuído a su construcción, incluyendo el sello de los Estados Unidos de América. De ahí su nombre moderno, la Iglesia de Todas las Naciones. Fue aquí que mi endurecido corazón se fundió.
Un vez más, me encontré entre las “abejas” en el Monte de los Olivos. Mientras nos sumergíamos en la Iglesias de Todas las Naciones yo estaba más distanciado y desinteresado que nunca, realizando diligenetmente mi trabajo como guía de tour manteniéndo nuestro grupo en movimiento, asegurándome que nadie se perdiera en ensueños o fotografías. Varios se detuvieron brevemente para ver el sello de USA y tomar una fotografía en una luz muy tenue. Al frente del santuario giramos hacia la izquierda, pasando el área del altar de la iglesia. En marcado contraste con su ornamentado entorno, el altar, una roca desnuda y cuadrada de 20 pies emergió dura y fría del suelo de baldosas.
De acuerdo a la tradición aquí es donde, en la víspera de Su traición y horrible crucifixión, Yeshúa (el nombre hebreo de Jesús) clamó en profunda angustia, “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39).
Otro biógrafo reportó: “Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra” (Lucas 22:44). La “copa” era el plan del Padre para el inminente sufrimiento y muerte de Yeshúa. A pesar de Su tormento personal, Yeshúa hizo lo que el Padre le pidió - voluntariamente ofreció Su vida para pagar la deuda espiritual de otros. De ahí su nombre eclesiático, la Basílica de la Agonía.
Uno o dos de nuestro grupo se detuvieron a fotografiar este alforamiento rocoso estéril, forzándome a pausar. En ese instante fui sobrecogido por donde estaba parado y el intercambio que tuvo lugar ahí - la única persona en toda la historia de la humanidad que no merecía o necesitaba morir, eligió ser muerta, para que cualquier otro ser humano alguna vez nacido, todos los que merecían y tenían que morir, pudieran no morir sino vivir.
Por un breve momento la iglesia y todas las personas alrededor de mí desaparecieron y todo lo que vi a través de las lágrimas fue el amor de Dios por la humanidad tan real y sólido como la roca frente a mí. Mi endurecido y cínico corazón se fundió mientras las implicaciones del intercambio de vida por vida de Yeshúa me lavaba.
La próxima temporada de Pesaj (Pascua) y resurrección (Semana Santa) es como el altar de piedra en la Iglesia de Todas las Nacioens - un recordatorio sólido como la roca de que el amor de Dios es real, rico, y gratis. La realidad del amor de Dios es demostrado en el tiempo/espacio de la mediante la Pascua y el Calvario, cuando Dios obró personalmente la redención. El costo de Su amor es presagiado en la muerte del cordero de Pascua y se cumple en la muerte sacrificial de Su Hijo. El carácter gratuito del amor de Dios se muestra cada vez que nosotros que somos indignos, recordamos la realidad y el costo del amor de Dios. Nosotros que merecíamos la muerte encontramos vida a través de la fe en el sacrificio del Cordero.
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).
En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a Su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:9-10).
Que esta temporada encuentre nuestros corazones, a menudo cínicos y endurecidos por el pecado, derretidos por la naturaleza del maravilloso amor de Dios y la vida que trae. Que nuestra comprensión del amor de Dios nos mueva a compartir su realidad, costo y carácter gratuito con aquellos que aún no lo han experimentado... al judío primeramente y también al gentil (Romanos 1:16).
Escrito por Dan, miembro de la mesa directiva de Life in Messiah
¿Reconoces áreas en tu vida donde tu corazón puede estar endurecido?
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¿Considerarías invitar a un amigo judío a un “Mesías en el Seder de Pascua” y orar para que descubran el amor de Dios en el Mesías para ellos en esta temporada?
Esta frase es un juego de palabras en inglés, usando una expresión del título de una canción folklórica.