Cuando las noticias no son buenas

 
 

Mientras escribo esto, Israel está bajo ataque. Imágenes brutales del salvajismo han causado tremendo sufrimiento; más sufrimiento, en ambos lados, es inevitable. Se necesita mucha oración y apoyo de todo tipo, y está siendo ofrecido. ¿Cuáles serán los efectos a largo plazo de esta guerra? ¿Cuántos más serán dañados física y/o emocionalmente? Muchos, eso es seguro, y debemos orar por el consuelo de Dios, en el corto y largo plazo.

Mi esposa y yo vivíamos en la ciudad de Nueva York cuando sucedió lo del 11 de Septiembre del 2001. Ella trabajaba en Manhattan, a la vuelta de la esquina del bien conocido edificio Empire State. Esa mañana está grabada para siempre en mi memoria. En un principio, yo pensé que un avión pequeño se había estrellado en una de las dos torres del World Trade Center debido a un error del piloto. No pasó mucho tiempo antes de que yo escuchara y viera un segundo avión grande chocar directamente y a propósito con la segunda torre. Caí de rodillas y comencé a llorar al darme cuenta de que estábamos bajo ataque.

Mientras la enormidad del evento continuaba desenvolviéndose, yo temía que el edificio Empire State, también un monumento icónico de la ciudad, fuera también un objetivo, poniendo a mi esposa en peligro. Toda la transportación tanto en autobús como en metro subterráneo había sido interrumpida. No había forma de salir de la isla, excepto caminando por los puentes y a lo largo de las autopistas. Afortunadamente, pude llamar a unos amigos que trabajaban para Jews For Jesus, y ellos recibieron a mi esposa en su oficina.

Conforme el día se acababa, yo contemplaba cuántas vidas se habían extinguido - y qué tan horriblemente. Recuerdo escenas de personas saltando a sus muertes en lugar de ser quemadas vivas. Los afortunados salían cubiertos de tizne y cenizas, algunos siendo llevados por otros a salvo.

Hacia la última parte del día, el transporte público se restableció, y mi esposa y yo arribamos cada quien a casa a salvo, conscientes de que había gente de toda el área metropolitana de Nueva York que se habían ido al trabajo ese día y nunca regresaría a casa.

Dos semanas después del 9/11, estaba yo programado para hablar en una iglesia en Cleveland, Ohio. Mientras volaba sobre la ciudad, recuerdo haber localizado el edificio más alto y pensando para mí mismo, “¡Ese es el objetivo!”. Extraño pensamiento. Una nueva realidad. Yo estaba roto por dentro.

Los hermanos y hermanas de esa iglesia me ministraron: me escucharon, oraron por mí, y me confortaron. Y eso fue maravilloso. Como sea, me di cuenta de algo: hasta que no estás familiarizado con el sufrimiento, no lo puedes entender realmente. Debe tocarte personalmente.

Recuerdo el horror de unos años antes cuando el Edificio Federal en la ciudad de Oklahoma explotó. Muchos habían muerto o fueron heridos ese día. Pero para mí, había sido un titular, una historia en las noticias. No había tenido el mismo impacto que experimenté luego del 9/11.

La nueva realidad continuó después de que regresé de Cleveland. Al tomar un subterráneo de la ciudad, miraba los rostros de los otros yendo conmigo. Había miedo en esos rostros, todos nosotros imaginándonos cómo alguien deseando un daño masivo podría colocar una bomba en el subterráneo. Yo miraba a otros y me preguntaba: ¿Estas son las personas con las que voy a morir hoy? Suena mórbido, pero ese extraño pensamiento se convirtió en otra nueva normalidad.

Nuestro apartamento en Queens miraba hacia el sur, hacia el aeropuerto JFK. Normalmente - antes del 9/11 - observábamos aviones, uno tras otro, realizar sus aproximamientos de aterrizaje. Pero por muchos días luego del ataque, todos los vuelos fueron suspendidos. Fue inquietante. Todo lo que podíamos ver era una pluma de humo aún ardiendo bajo los escombros del World Trade Center. Ardió durante semanas.

Conforme los días y las semanas pasaron, la gente contó sus historias. Todos conocían a alguien que había sido impactado. Olvídate de seis grados de separación, era más como dos o tres. Luego la titánica tarea de limpieza comenzó. Uno de nuestros congregantes trabajaba para el Departamento de Construcción de la Ciudad de Nueva York y trabajó limpiando lo que fue conocido como Zona Cero. Se hablaba mucho de químicos tóxicos y elementos que podrían ser cancerígenos. Pero lo que él me dijo fue que a nadie le importó. Todos sentían como que estaban involucrados en una misión santa. Él tenía esposa y dos hijos pequeños, pero sabía que él debía estar ahí; él quería estar ahí.

Aunque diferente, las escenas que vemos ahora desde Israel son parecidamente horribles. La misma gente e ideología que perpetraron el 9/11 son los que barbáricamente atacaron Israel ahora.

Ya hay historias saliendo de Israel; y habrá más. Todos conocerán a alguien que murió, fue herido, o que milagrosamente sobrevivió. Estas historias traerán su propio carácter sagrado. Nosotros, los que estamos involucrados en Life in Messiah, temenos muchos seres queridos y amigos viviendo en Tierra Santa. Nuestros corazones están rotos. Esto es más que un evento de las noticias para nosotros. Es personal – y es horrible.

La nación completa de Israel será impactada por los próximos años. Para algunos, sus vidas jamás volverán a ser las mismas. Debemos orar ahora, en las próximas semanas, y durante mucho tiempo por venir. Esperamos y oramos para que el conflicto no se intensifique más. 

Pronto las noticias seguirán adelante con el siguiente evento. Pero nosotros no lo haremos. No podemos.

Ora a Dios, quien es el único que puede hacer algo bueno de lo malo, que muchos se vuelvan a Yeshúa (Jesús), tanto judíos como árabes. Orar para que el poder sanador de Dios obre en los cuerpos y almas heridos. Ora por la protección de Dios. Ora hoy, la próxima semana, y en los años que vendrán.

Escrito por Marc, staff de Life in Messiah


  1. ¿Has experimentado algún sufrimiento que te forjó como persona?

  2. ¿Qué aprendiste de esa experiencia, que puedas usar para consolar a otros que están sufriendo?

  3. ¿Cómo ayudarás a Israel hoy? Aquí hay algunas formas en las que puedes orar y tomar medidas de acción.


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