Preguntas Frecuentes de Amigos Judíos
Hay algunas preguntas que nos son hechas frecuentemente por nuestros amigos judíos. Abajo hay una colección de respuestas basadas en la Biblia para estas preguntas. Esperamos que éstas te ayuden mientras explores la fe en Jesús o a equiparte para compartir tu fe con otros.
Si tienes más preguntas que te gustaría hacer y que no aparecen abajo, visita www.insearchofshalom.com donde tenemos más recursos.
¿Creen los cristianos en tres dioses?
Los cristianos son monoteístas, creyendo en un Dios (Deuteronomio 6:1). En las Escrituras, Dios se revela a Sí mismo en tres diferentes personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Yeshúa (Jesús de Nazaret) afirmó “Yo y el Padre uno somos”. El Espíritu Santo (Ruaj HaKodesh en hebreo) es llamado “El Santo Espíritu de Dios” (Efesios 4:30), y posee atributos divinos.
¿Cuál es la diferencia entre un evangélico y cristianos en general?
“Evangélico” es una palabra en español que viene del griego “evangelión”, que significa “Buenas Nuevas” o “Buenas noticias”.
Concretamente, un evangélico es un cristiano que cree, vive, y quiere compartir el Evangelio. Estas buenas nuevas están resumidas en las palabras de Pablo en 1 Corintios 15:3, 4:
“Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”
¿Cuál es el origen del símbolo del pescado?
Un símbolo común que representa al Cristianismo es el de “ICHTUS” o símbolo del “pez”. ICHTUS es la palabra griega para “pez”, y forma un acróstico: Iesous CHristos THeou Uios Soter, que significa “Jesús Cristo Hijo (de) Dios Salvador”.
El símbolo del pez encaja bien con las palabras de Jesús a Sus discípulos “Os haré pescadores de hombres”. Se dice que el símbolo fue usado por los primeros cristianos para identificarse entre ellos.
¿No son salvos los judíos a través del pacto Mosáico?
Dios le dió la Torá al pueblo judío a través de Moisés para que ellos pudieran entender Su estándar de justicia. Nuestro Santo Dios desea tener una relación con nosotros, pero como dijo Isaías, nuestros pecados han hecho separación entre Él y nosotros (Isaías 59:1-3). El pacto Mosáico también estableció el sacerdocio y el sistema de sacrificios.
Los mandamientos de Dios también separaron a Israel de las naciones (ver Deuteronomio 4, por ejemplo). La Ley le mostró a los judíos cómo vivir para poder ser bendecidos por Dios (por ejemplo, Deuteronomio 28).
La Ley nunca tuvo la intención de proveer justicia (Romanos 3:20,28). El propósito de la Ley era mostrarnos nuestra incapacidad de guardarla. El sistema sacrificial demostró nuestra necesidad de expiación (por ejemplo, Levítico 16), y prefigruaba lo que el Mesías Yeshúa lograría como el Salvador (Romanos 7:7-9; Gálatas 3:24; Hebreos 3:1-3; 4:14-16).
A los creyentes del Nuevo Pacto se les manda amar a Dios y amar a nuestro prójimo (Mateo 22:37-39). Yeshúa dijo: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40). Al amar a Dios y a otros, lo complacemos y lo glorificamos - pero nuestra salvación está basada en lo que Yeshúa hizo por nosotros, no en lo que nosotros hacemos por Él (Tito 3:5,6).
¿Si me vuelvo un creyente en Yeshúa dejo de ser judío?
¡Definitivamente NO! Yeshúa mismo es judío y así lo fueron Sus primeros seguidores.
Volverse un creyente en Yeshúa no cambia la herencia de una persona. Pero entendemos la pregunta. Tristemente, a lo largo de la historia, “identidad judía” y “fe en Yeshúa” han sido usualmente considerados incompatibles, tanto por personas judías como por cristianos mal orientados.
Es cierto, Yeshúa cambia a aquellos que ponen su fe en Él, pero esto no significa que tendrás que dejar atrás tu identidad judía. Yeshúa nos cambia en el interior, dándonos el “corazón circunciso” del que habló Moisés (Deuteronomio 30:6). Esto nos lleva a amar y a obedecer al Dios de Abraham, Isaac, y Jacob.
Dios dio las Escrituras al mundo a través del pueblo judío. Volverse un creyente en Yeshúa significa afirmar la mayor herencia de Israel: la Palabra de Dios. Abrazar a Yeshúa como la fuente de perdón, esperanza y paz señalada en la Biblia ha ayudado a muchos judíos creyentes a sentir que se han vuelto “más judíos” a través de su fe en el Mesías prometido de Israel.
Las Escrituras nos dicen que vendrá un día cuando todo Israel, como nación, reconocerá a Yeshúa como el Mesías (Zacarías 12:1-10; Romanos 11:25-27). Cuando esto suceda, todas las promesas que Dios hizo a través de los profetas serán cumplidas.
Cuando te vuelves un creyente en Yeshúa, estás haciendo lo que la nación judía entera hará un día. ¡No dejes que nadie te diga que ya no eres judío porque crees en Aquel que es la esperanza de Israel!
Si yo me vuelvo un creyente, ¿qué pasa con mi familia?
¡Confesar abiertamente nuestra fe en Yeshúa es algo bueno de hacer (Romanos 10:9-13)! Si tu familia se opone a Yeshúa, tu profesión de fe en Él no será recibida como buenas noticias. Posiblemente, enfrentarás incomprensión. Incluso podrás enfrentar rechazo de los miembros de tu familia. Pero al igual que los primeros discípulos, debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 4:18-20).
Nuestro Mesías preparó a Sus seguidores para la persecusión (Juan 15:20, 21; 16:1-4). Y Él prometió bendiciones de Dios y recompensa para aquellos que sufrieran por Su Nombre (Mateo 5:11, 12; 19:29).
A través de la historia muchos creyentes alrededor del mundo han pagado un alto precio cuando confesaron su fe en Yeshúa. Aún hoy hay ciertos países en el mundo en los que aquellos que siguen a nuestro Salvador son encarcelados, torturados o asesinados.
Sin importar la respuesta o reacción de otros, Dios nos llama a seguir amando, respetando y orando por aquellos que se nos oponen y a no reaccionar igual (Lucas 6:27-29). Necesitamos honrar a nuestros padres y amar a nuestras familias. Pero Yeshúa también quiere que nuestra lealtad primeramente sea a Él y a Su verdad (Mateo 10:32, 33).
Cuando enfrentamos rechazo de nuestra familia, podemos saber que Dios quiere sostenernos por Su gracia a través de esta prueba. Seremos capaces de decir junto con David, “aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el Señor me recogerá” (Salmos 27:10).
Yeshúa una vez dijo la siguiente parábola:
El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró (Mateo 13:44-46).
Yeshúa mismo es esa “perla de gran precio”. Cuando nos damos cuenta de su gran valor, vemos que Él merece nuestra lealtad, aun si el precio que pagamos es un doloroso rechazo de parte de nuestra familia, amigos y comunidad.
Si Yeshúa es el Mesías, ¿por qué no hay paz en la tierra?
¿No es el traer paz a la tierra precisamente lo que se supone que el Mesías haga?
El Mesías finalmente traerá paz en la tierra. Uno de Sus Nombres es “Príncipe de paz”. Isaías escribió: El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin (Isaías 9:7).
Pero esa no es la imagen completa. Sí, finalmente el Mesías establecerá paz en el mundo entero, pero ese ese el fin del acto final de la “obra del Mesías”. No es así como la obra comienza.
Muchas cosas deben suceder antes de que “El lobo morará con el cordero” (Isaías 11:6). En el orden inverso del tiempo, aquí está cómo los profetas hebreos describieron los próximos eventos:
La paz del Mesías llenará la tierra, pero antes de eso Él vendrá en juicio. “Herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío” (Isaías 11:4).
Antes de eso, el Mesías vendrá con las nubes del cielo (Daniel 7:13).
Precediendo a eso habrá un día especial en el que la iniquidad de Israel será removida (Zacarías 3:9; 13:1). Esto sucederá en un día de arrepentimiento nacional cuando Dios derrame Su Espíritu sobre Israel y ellos miren y lamenten a “Aquel a quien ellos (Israel) traspasaron” (Zacarías 12:10). [Gracias a Dios por este evento previo a la venida final del Mesías. Porque sin arrepentimiento y remoción del pecado, nadie puede quedar en pie en el juicio del Mesías].
Todos los eventos mencionados arriba aún tienen que suceder – parte del acto final en la obra mesiánica.
Pero ha habido ya un primer acto en el cual mucha profecía ya ha sido cumplida. Zacarías 12:10, por ejemplo, habla de “Aquel a quien traspasaron”. Este ejemplo señala muchas otras profecías acerca del Mesías las cuales ya han sucedido.
Una mirada más de cerca a las profecías mesiánicas revela que el Mesías no sólo vendrá con las “nubes del cielo” al final de esta era (Daniel 7:13, 14), sino que también nacerá en la tierra (Isaías 9:6, 7). El Mesías no sólo será un ser celestial que viene en las nubes del cielo (Daniel 7:13), Él también va a nacer como un hijo de David.
Esto implica dos venidas del Mesías, primero un nacimiento normal; y segundo, una venida con toda la gloria del cielo. Estos son dos distintos actos en la obra Mesiánica. ¡Al presente, estamos en medio de estos dos actos!
¿Qué fue lo que tuvo que pasar en el primer acto? De acuerdo a la Biblia hebrea, el Mesías primero vendrá a sufrir y morir (Isaías 52:13 – 53:12; Zacarías 13:7; Salmos 22). Las Escrituras indican que esto tenía que suceder antes de la destrucción del segundo Templo. Previo a eso, el Mesías sería “cortado” (Daniel 9:26).
La profecía de Daniel (como también la profecía de Zacarías) indica que después de que el Mesías haya sido “cortado”, tiempos de dificultad, no de paz, seguirán (Zacarías 13:7-9; Daniel 9:26, 27).
Pero, ¿por qué este primer acto de sufrimiento y muerte en primer lugar? Sin él, nadie sería capaz de entrar a la paz de la edad Mesiánica. Sin él, nadie sobreviviría a la justa purificación de la tierra por parte de Dios
¿Por qué? Porque el Mesías vino en primer lugar a realizar un sacrificio por nuestros pecados. Como leemos en el libro de Daniel, este primer acto fue necesario “para hacer expiación por la iniquidad” (Daniel 9:24). ¡La muerte de este justo hace expiación! (Ver también Isaías 52:13- 53:12).
Nosotros creemos que este Mesías es Yeshúa. En el primer acto del drama Mesiánico Él dio al blanco de la profecía.
Él era del linaje de David, nació en Belén Efrata (Miqueas 5:2).
Vino en el tiempo correcto (antes de la destrucción del segundo Templo; Daniel 9:26).
Murió una muerte sacrificial (Isaías 53:5, 6).
Fue vindicado y resucitado de entre los muertos como indicó la profecía (Isaías 53:10).
Justo ahora, Él está exaltado grandemente y está sentado a la diestra de Dios (Isaías 52:13; Salmos 110:1).
Ahora todo está listo para el acto final. Porque Yeshúa selló la profecía en el primer acto con Su muerte y resurrección, estamos seguros que el último acto de la obra Mesiánica también será “realizado”.
Cuando te arrepientes y confías en el sacrificio del Mesías por tus pecados, puedes enfrentar este acto final sin miedo. A través del Mesías tu puedes quedar en pie en el jucio de purificación final.
Por Yeshúa es que podemos estar seguros que entraremos en Su Reino de paz. “El castigo de nuestra paz fue sobre Él” (Isaías 53:5).
¿Por qué hay una brecha tan larga de tiempo entre los diferentes actos de la obra del Mesías?
Esta “pausa extendida” antes del juicio final es debido a la paciencia de Dios. Este es nuestro tiempo –“el acto intermedio”. Dios retrasa el derramamiento de Su ira porque quiere que tante gente como sea posible esté lista para el último acto (2 Pedro 3:9).
Justo ahora, el Mesías está activamente buscando y preparando a muchos para el acto final. Millones se han arrepentido y han puesto su confianza en Su sacrificio. ¿Podría ser que Dios tenga un papel planeado para ti?
Si Yeshúa es el Mesías, ¿por qué no hay paz en la tierra aún? Ese día tan esperado vendrá - y juicio por la maldad con él. ¿Responderás hoy a la invitación del Mesías a confiar en Él para hacerte justo? “Ahora es el día de salvación” (2 Corintios 6:1, 2).
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