Palabras para los arrojadores de piedras entre nosotros: un blog de Sukot.

 
 

El Atrio de las Mujeres del Templo, durante la Fiesta de los Tabernáculos, puede haber sido el escenario donde Jesús estaba enseñando cuando unos hombres, escribas y fariseos, le trajeron una mujer. Estos hombres estaban exhibiendo su pecado públicamente, para que todos lo vieran [1].

La vergonzosa y abierta revelación de su pecado servía sólo como un “acto de apertura”. La verdadera intención era atrapar a la “cabeza”, Jesús, y dar un golpe a Su amenazante popularidad. Sin saberlo, estos líderes religiosos trajeron a esta mujer adúltera al único lugar, a la Única persona, que los condenaría a ellos, en lugar de a ella.

Poniendo la trampa

Sukot (la Fiesta de los Tabernáculos), una gozosa celebración, tenía a Jerusalén repleta de cientos de miles de personas. Este fue el escenario de la humillante ruina y salida de esta mujer. Las Escrituras, revelan que este encuentro sucedió temprano en la mañana. La mujer pudo incluso haberse encontrado parcialmente vestida, habiendo sido atrapada “en el mismo acto”.
La mujer fue puesta delante de Jesús, esperando que Él se incriminara a Sí mismo. Este “peón” sería luego descartado por las autoridades, habiendo servido a sus propósitos previstos.

 “Apégate a la Ley de Moisés y condena a muerte a esta mujer[2], o ignora la Ley de Moisés, mostrándote como un violador de los mandamientos de Dios”. Esta era la trampa en la que ellos creían que atraparían a Jesús.

El peón en las manos del Rey

El santo y justo Mesías ahora tomó el centro del escenario. El “peón” se había puesto en juego. Yo casi puedo “sentir” esta historia, este evento, mientras el foco ahora brillaba directamente sobre Aquel a quien los líderes realmente querían acusar, Jesús. Ellos estaban esperando Su respuesta.

Previamente

Para entender la extensión completa de lo que estaba pasando, necesitamos recordar un “incidente” anterior en Jerusalén. Jesús había sanado a un hombre en la piscina de Siloé quien había estado paralítico por 38 años. Él “lo restableció” y luego le dio instrucciones al hombre de que tomara su lecho y anduviera. Jesús realizó este milagro en Día de Reposo, y cuando los líderes religiosos lo confrontaron por esto, la respuesta de Jesús los enfureció más. Su respuesta indicaba que Dios era Su propio Padre, haciéndose igual a Dios[3].

De vuelta en Jerusalén

Jesús enseñó públicamente y entró en discusión con los líderes religiosos. Él dijo: “¿No os dio Moisés la ley, y sin embargo ninguno de vosotros la cumple? ¿Por qué procuráis matarme?”[4].

Algunos en la multitud creyeron en Él como el Mesías, viendo las muchas señales que había hecho.

Ríos de Agua Viva ofrecidos en el ultimo día de la fiesta

Ahora, en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y clamó diciendo: “Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva»”[5].

Las tensiones se elevan

Contra este trasfondo encontramos ahora a esta mujer, temprano en la mañana siendo traída ante Jesús. Ella se encontraba acusada y sola, mientras estos hombres violaban la Ley al traerla sólo a ella, y no al hombre que estuvo con ella[6].

 “Tú, pues ¿qué dices?” La Escritura nos dice que ellos decían esto para probar a Jesús para poder tener algo con qué acusarlo.

El Santo de Israel no necesita responderle a nadie.

Jesús no ofreció una respuesta verbal sino que se arrodilló y comenzó a escribir en la tierra[7]. Qué extraordinario ver a Jesús, inclinado delante de pecadores, hipócritas religiosos, y una mujer adúltera. ¡Él, quien había “creado al hombre del polvo de la tierra”[8], ahora escribía en el polvo con Su dedo!

En el Sinaí, el dedo de Dios había grabado los Mandamientos en tablas de piedra[9]. Y ahora el Hijo de Dios confronta sus corazones de piedra mientras escribe.

Cuando insistieron en preguntarle, Él se enderezó y les dijo: “El que esté limpio de pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.

Y de nuevo, se inclinó y escribió en tierra[10]. Ahora bien, cuando ellos escucharon esto, comenzaron a retirarse, uno a uno, comenzando por los más viejos. Jesús quedó solo con la mujer en medio del atrio[11].

Esta mujer estaba ahora fuera de las manos de sus acusadores religiosos. Permaneció sola en su pecado y vergüenza, frente al Hijo de Dios. Aquellos que habían buscado usarla para atrapar al Hijo habían sido expuestos por la mano de Dios y se habían alejado en vergüenza.

No sabemos qué escribió, pero sí sabemos qué dijo

Ahora, el Santo hablaría finalmente, en Sus términos, a una avergonzada creación de Dios. Enderezándose, Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?”

“Ninguno, Señor”, dijo ella.

Y Jesús le dijo: “Ni yo te condeno. Vete. Y no peques más”[12].

¿Cómo es que no nos alejamos?

A veces, nosotros, criaturas caídas, amamos llamar a otros “Fariseos”[13]. Esto, equivocadamente, se ha convertido en sinónimo de hipocresía religiosa. Sin embargo, las personas en esta historia no cogieron piedras. Los hombres más viejos se alejaron primero y luego los otros. Sólo podemos conjeturar por qué…

¿Por qué esto tomó lugar durante esta fiesta?

Quizás esto tuvo lugar en la Gran Fiesta para hacer brillar la luz condenatoria del adulterio espiritual sobre los líderes religiosos que se habían desviado tanto de su “Esposo”[14]. Ellos violaron la Ley para tratar de atrapar al Único que seguía la Ley, para poder darle muerte. ¡Sus pecados necesitaban ser expuestos justo como la mujer adúltera, pues habían abandonado la fuente de agua viva, Dios, y se habían cavado sus propias cisternas, que no retienen agua![15]. También ellos habían pecado como la mujer adúltera. “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…”[16].

Escrito por Jeff, staff de Life in Messiah


¿Qué tal tú?

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  2. ¿De qué maneras has abandonado la “Fuente de Agua Viva”?

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  1. Este episodio está registrado en Juan 8:1-11.

  2. En este tiempo de la historia, solamente Roma podía ejecutar a aquellos sujetos a su régimen.

  3. Juan 5:18.

  4. Juan 7:19.

  5. Juan 7:37,38.

  6. Levítico 20:10; Deuteronomio 22:22-24.

  7. Juan 8:6.

  8. Génesis 1:1; Génessis 1:26, 27; Juan 1:1; Colosenses 1:12-20.

  9. Deuteronomio 9:10.

  10. Juan 8:7, 8.

  11. Juan 8:6-9.

  12. Juan 8:10, 11.

  13. https://overviewbible.com/pharisees/.

  14. Isaías 54:5; Jeremías 31:32.

  15. Jeremías 2:13.

  16. Eclesiastés 7:20; Romanos 3:23.

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