En Tu luz vemos la luz
La definición de ceguera es la incapacidad de ver luz.
Una mujer aprisionada en total oscuridad, fue Helen Keller. No sólo vivió en una perpetua noche sino también en un silencio absoluto. Nacida en 1880, a la edad de 19 meses, Helen contrajo una enfermedad que la dejó ciega, sorda y muda, un pronóstico aterrador para una niña pequeña.
Desde ese día hasta la edad de seis años estuvo sola tratando de dar sentido al mundo que la rodeaba usando sólo tres de sus cinco sentidos: el tacto, gusto y olfato.
Lo que me llamó la atención de la vida de Helen es que a pesar de que ella no podia ver el mundo que la rodeaba, ni escuhar sonido alguno, ella sabía que había un Dios antes de que alguien se lo dijera.
“Yo siempre supe que Él estaba ahí aunque no sabía Su nombre” – Helen Keller
La presencia de Dios no obstaculizada por su discapacidad. Antes de que ella supiera algún lenguaje, ella sabía que no estaba sola, ella sabía de Su amor.
Providencialmente, Anne Sullivan, una mestra de ciegos, fue enviada a la casa de los Keller a trabajar con Helen. A lo largo del curso de su joven vida, ella aprendió a leer y escribir en braile, luego a hablar. Se graduó cum laude del Colegio Radcliffe en 1904. En su adultez, Helen se convirtió en una talentosa escritora y en una apasionada defensora de los discapacitados. A pesar de sus deficiencias, su vida forjó un futuro lleno de luz para los físicamente discapacitados que venían detrás de ella. Ella quería que su vida reflejara el amor que ella había experiementado por Dios. Sucesivamente, Dios usó a Helen para bendecir el mundo.
El Señor estableció en la Escritura que Su pueblo sería bendición para todo el mundo. Como un ejemplo, el Rey David apartó a los Levitas en 1 Crónicas 15:2 y 16:37-41, para ministrar delante del Señor y darle gracias por su amorosa bondad.
“Y designó a algunos levitas como ministros delante del arca del Señor, para que celebraran, dieran gracias y alabaran al Señor, Dios de Israel”. 1 Crónicas 16:4
Su único trabajo era alabar a Dios por quien es Él. Los levitas eran músicos, poetas, historiadores, y asistentes del arca del pacto.
Los Levitas debían observar toda la bondad y gloria de Dios y declararla ante el pueblo y las naciones.
Después de este pasaje vemos un importante pasaje sobre el pacto Davídico.
“Y sucederá que cuando se cumplan tus días para que vayas a estar con tus padres, levantaré a uno de tus descendientes después de ti, que será de tus hijos; y estableceré su reino. El me edificará una casa, y yo estableceré su trono para siempre. Yo seré padre para él y él será hijo para mí; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que estaba antes de ti. Sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono será establecido para siempre”. 1 Crónicas 17:11-14
Este pasaje es muy esperanzador ya que apunta a uno que contruiría una casa permanente para Dios en un reino eterno. Esto se ha cumplido en Jesús en el Nuevo Pacto. Él es el descendiente de David, la Piedra del ángulo que desecharon, el Hijo Fiel, el edificadore de la casa de Dios.
¿Quiénes serán los adoradores y asistentes de esta nueva casa?
“Y viniendo a Él como a una piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios, 5 también vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:4-5; énfasis del autor).
“Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9; énfasis del autor).
El real sacerdocio que Jesús inauguró consistió en adoradores que anunciarían las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Ellos serían los que han experimentado Su luz, amor y libertad.
Antes de poner mi fe en Jesús, mi alma vivía en una noche perpetual. No lo sabía en aquel entonces. Lo único que conocía era la oscuridad, hasta que Jesús entró a mi vida. Fue como un gentil amanecer. Desde entonces, la luz ha crecido más fuerte cada día. Con la luz viene la claridad, colores vívidos, confianza, y shalom.
En Su luz vemos la luz.
La respuesta natural es la alabanza.
La gratitud sobreabunda.
Tal como Helen Keller, cuando finalmente aprendió Su nombre. Él había estado allí todo el tiempo. Su falta de vista no pudo esconder la belleza de Su luz y amor.
“El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz” (énfasis del autor). Isaías 9:2a
Escrito por Kori, staff de Life in Messiah
¿Has salido de las tinieblas hacia la luz?
¿Cuándo fue la última vez que alabaste y “anunciaste Sus excelencias”?
Jesús nos dice que dejemos que “brille vuestra luz” (Mateo 5:16) para que Dios sea glorificado. Con todos los incidentes de odio y antisemitismo en las noticias, ¿cuál sería una acción que el Señor te llevara a hacer para demostrar Su amor y brillar Su luz?