¿Jesús era Palestino?
Hamás puede ser un grupo malvado, pero con seguridad saben cómo jugar con las sensibilidades de Occidente.
Como táctica astuta para ganarse simpatizantes americanos y europeos, algunos partidarios de Hamás publican en sus cuentas de redes sociales “Jesús era palestino”.
No es de sorprenderse que un eslogan pegadizo como este vaya acompañado de una imagen generada por Inteligencia Artificial que muestra un Belén moderno, con un marido, una mujer y un niño de aspecto árabe abrazándose con miedo, rodeados de edificios de Gaza destruidos por las bombas.
Sin duda, la estrategia es forjar una conexión emocional entre los sufrimientos de la familia de la Navidad con los de los palestinos. Su objetivo es cultivar la empatía por el lado palestino del conflicto y hostilidad hacia la “ocupación” israelí.
Pero si queremos discernir en este tira y afloja por nuestro apoyo, debemos asegurarnos de que nuestro cerebro acompañe a nuestro corazón. Queremos la verdad. Con este objetivo, abordemos la siguiente pregunta: ¿fue Jesús realmente un palestino?
La Tierra: ¿Qué exactamente es “Palestina”?
Antes de que podamos determinar si Jesús realmente fue un palestino, deberíamos definir qué es ser “palestino”.
Comencemos con el nombre de la tierra en el centro del conflicto Israelí-Palestino. Siguiendo la Conquista de Josué de Canaán, la Tierra Prometida[1] fue conocida esencialmente como “Israel”. El término “Judea”[2] describía la porción más al sur luego de la revuelta fiscal en los días de Roboam dividió la nación. Por siglos Israel fue una tierra judía llena de sinagogas con un templo judío en la ciudad capital judía de Jerusalén. Pese a esto, se han hecho esfuerzos por los enemigos de Israel para negar la misma existencia de un templo judío[3].
Luego de que los romanos aplastaran la lucha judía por la independencia en el primer siglo y luego los volvieron a aplastar durante la Revuelta de Bar Kokhba en el 135 d.C., los romanos esparcieron al pueblo judío en todo el globo. El virulento emperador antisemita romano, Adriano, renombró Judea -la patria judía – como Syria Palaestina para borrar su identidad judía y fastidiar al pueblo judío[4]. Para intensificar sus esfuerzos, renombró Jerusalén Aelia Capitolina[5], prohibiendo al pueblo judío vivir ahí – o incluso mirar hacia la ciudad[6].
Gracias a los romanos -o quizás no tanto gracias a ellos- por los últimos dos mil años y hasta 1948, la antigua región de Israel fue conocida por muchas como “Palestina” (o alguna pequeña variación debido a diferencias lingüísticas).
Ahora que hemos establecido cómo y cuándo el nombre de “Palestina” fue ligado a la tierra. Sabemos que Jesús vivió y ministró aproximadamente 40 años antes del ataque romano contra Israel en el 70 d.C. Dado esto, ¿alguna vez vivió Jesús en un lugar llamado “Palestina”?
La Cultura: ¿Qué significa exactamente ser “Palestina”?
De nuevo, antes de que podamos determinar si Jesús fue realmente un palestino, deberíamos definir qué es ser “Palestino”. ¿Sabías que “palestino” puede referirse a etnicidad o nacionalidad? Hablemos primero de ser “palestino” etnicamente.
Ser étnicamente palestino se refiere a compartir una herencia cultural, un lenguaje, una historia, y muchas veces, un ancestro común. En el caso de los palestinos, esto se refiere generalmente a personas que trazan sus orígenes a la región histórica que vino a ser conocida como “Palestina”, abarcando diversos contextos como el árabe, beduino, circasiano, y otros que han vivido en el área por generaciones.
“Palestino” también se puede referir a una nacionalidad. En este caso, ser “palestino” en cuanto a nacionalidad se relaciona con ciudadanía o pertenecer a una entidad política específica o nación-estado. En el contexto de los palestinos, nacionalidad denota primariamente a individuos quienes se identifican o que poseen ciudadanái en la entidad política moderna que algunos llaman “Palestina” o se consideran a sí mismos parte de la comunidad nacional, que busca la autodeterminación y categoría de estado en esa región.
¿Encaja Jesús con la descripción de “palestino” en Su etnicidad o en Su nacionalidad? Y, de nuevo, ¿alguna vez vivió Jesús en una tierra llamada “Palestina”?
Jesús fue Judío, de la Nación de Israel
Según la genealogía de Jesús, Él es descendiente directo de Abraham, Isaac y Jacob/Israel. Jesús vino de la tribu de Judá a través del linaje familiar del rey David, el rey más famoso del antiguo Israel. La madre de Jesús, Miriam (nombre hebreo de María), era judía; Su padre adoptivo, Yoseph (José), era judío. En la antigüedad, Jesús no podría haber tenido más credenciales judías que las que tenía: un verdadero hebreo entre hebreos.
Para ser considerado étnicamente judío en los tiempos modernos, los judíos ortodoxos requieren que una persona sea descendiente de carne y hueso de Jacob (Israel) y tenga una madre judía (o sea un sincero converso a la fe judía). La madre de Jesús, Miriam, era judía, lo que significa que Jesús era 100% judío según los estándares antiguos (a través de Su padre) y modernos (a través de Su madre), tan judíos como puedan.
El nombre de la verdadera patria de Jesús era Judea
Ahora hablemos de la patria de Jesús. ¿Cómo deberíamos llamar a la región del Planeta Tierra donde nació Jesús? Jesús vivió en Judea antes de Su cambio de nombre forzado por los romanos en el año 135 d.C. No hay razón para asociar el término “Palestina” a la tierra del nacimiento de Jesús. Jesús era del pueblo y la tierra de Israel, y nació en Belén de la región de Judea[8]. Jesús era judío de principio a fin, y nada acerca de Su origen étnico o nacionalidad podía considerarse razonablemente “palestino”.
¿Ha cambiado Jesús Su etnicidad a “palestino” o llamó a la tierra “Palestina”?
Si bien es absoluta y poderosamente cierto que Jesús ama a las personas que reclaman la etnia y la nacionalidad palestina, Jesús continúa honrando: (a) la tierra donada por Dios al pueblo judío y (b) Su propia herencia judía. Veamos las razones por las que estas cosas son ciertas.
Rey de los judíos
Cerca del momento de Su nacimiento, hombres sabios del oriente le entregaron regalos, diciendo:
“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle” (Mateo 2:2).
Jesús es el Rey escogido por Dios sobre la tierra y el pueblo de Israel. Él es el Rey Judío.
Rey en el trono de David
Jesús está destinado a regresar y establecer el Reino de Israel en justicia. Poco después de la resurrección de Jesús pero antes de Su ascención a los Cielos, los discípulos le preguntaron,
“ Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? Y Él les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad” (Hechos 1:6, 7).
La gran profecía mesiánica de Isaías capítulo 9 declara de Jesús el Mesías:
“El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre” (Isaías 9:7).
Tras Su regreso, Jesús reinará como el mesiánico descendiente de David prometido sobre su trono y sobre la nación de Israel.
Jesús reinará en Jerusalén y celebrará festividades judías
Cuando Jesús regrese y ocurra la resurrección de los justos (Juan 5:28-29), Jesús organizará una fiesta con los antepasados de la nación judía. Aquí están Sus palabras:
Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesacon Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mateo 8:11).
Incluso la Fiesta de los Tabernáculos se celebrará tras el futuro regreso de Jesús, un tributo a la cultura bíblica judía. Leemos:
“Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, Señor de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos” (Zacarías 14:16).
Jesús rescatará físicamente al pueblo judío de la muerte y el robo de tierras
¿Cuál será el impulso para la segunda venida de Jesús? De hecho, será para rescatar al pueblo judío y la Tierra Prometida de aquellos que buscan asesinar al pueblo elegido de Dios y robar la tierra que Dios les ha dado. Aquí hay un vistazo de la profecía de este evento futuro:
He aquí, yo haré de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de alrededor, y cuando haya asedio contra Jerusalén, también lo habrá contra Judá. Y sucederá aquel día que haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten serán severamente desgarrados. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra (Zacarías 12:2, 3).
Note que Dios llama a la tierra “Judá” a la luz de este evento futuro. El capítulo continúa:
Y sucederá aquel día que me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por Él, como se llora por un primogénito (Zacarías 12:9, 10).
Apocalipsis 1:7 hace una fuerte referencia a Zacarías 12:10, identificando a Jesús como “A mí a quien traspasaron”. Entonces, vemos que incluso en una fecha futura a partir de hoy, Jesús tendrá preocupación por el pueblo, la tierra y la capital de Israel. Será en este momento que Dios presionará el botón “ir” y enviará al Mesías Jesús de regreso para salvar de la destrucción a Su pueblo y Su tierra regalada.
A Su regreso, el pueblo judío “mirará a mí a quien traspasaron” y finalmente reconocerá la verdadera identidad de su precioso Mesías. Sin duda el Dios de Israel y Su Mesías no han olvidado el pacto divino hecho con el pueblo de Israel. Ciertamente, el Pacto Abrahámico es recordado, pero también parece que el Pacto Mosaico también se recuerda en el futuro. Esto se evidencia en la respuesta celestial de Dios al antisemitismo de los últimos tiempos que estaba ocurriendo en la Tierra:
“El templo de Dios que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto se veía en su templo, y hubo relámpagos, voces y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada” (Apocalipsis 11:19).
Parece que la ira de Dios se despierta al ver que Sus elegidos son maltratados.
La cultura judía es recordada en el nuevo cosmos y la Tierra
El mundo y este cosmos no durarán para siempre (2 Pedro 3:1–13), y cuando este mundo termine y aquellos que fueron justificados por la obra expiatoria del Mesías en la cruz lleguen a su hogar para siempre, la ciudad eterna de Dios será llamada “La Nueva Jerusalén” (Apocalipsis 21:2). Dios nombra a Su ciudad eterna un nombre que recuerda la antigua y moderna capital de la tierra judía de Israel. Hablando de esta gran ciudad, Juan el discípulo de Jesús informó lo siguiente:
Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y en ellas había nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste. El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero (Apocalipsis 21:12-14).
De esta ciudad eterna donde los justos morarán para siempre con el Rey de Israel y el Dios de Israel, los nombres de las doce tribus de Israel están impresos en las doce puertas de la ciudad, y las doce capas de los cimientos llevan los nombres de los doce discípulos judíos de Jesús. ¡No se puede tener algo más judío que esto, y esta identificación abierta con el pueblo elegido de Dios se extiende incluso más allá de la vida de este universo!
Conclusión
Ningún lenguaje o concepto en toda la Escritura justifica la afirmación de que “Jesús fue palestino”. Jesús no odia al pueblo de etnicidad o nacionalidad palestina; en su lugar, Él los ama profundamente y desea su salvación (Juan 3:16; 1 Timoteo 2:4).
Pero no hay duda de que Jesús fue judío. Él es el Rey de Israel. Ún día Él reinará desde la capital de Israel en Jerusalén, y Su identidad es con Su propio pueblo -los descendientes de Abrahama, Isaac, y Jacob. Incluso el hogar eterno del Mesías recuerda los nombres y cultura judíos que Hamás y los combatientes palestinos buscan eliminar.
Si pudiéramos escuchar los sonidos del cielo, la risa de Dios se escucharía bastante bien mientras las naciones enfurecen y las gentes traman algo tan vano, como se describe en el Salmo 2. Nadie hará a Dios un mentiroso (Romanos 3:4) o un rompedor de pactos (Jeremías 31:31). ¡Lo que ha prometido, lo cumplirá (2 Pedro 3:9-11)!
Escrito por Beau, Productor de Medio de Life in Messiah
¿Crees que la identidad judía de Jesús es importante para Él? ¿Qué pasa si le arrancamos esa identidad?
¿Nos acompañarías en oración tanto por israelíes y palestinos para que vengan a la fe salvadora en Jesús el Mesías judío?
¿Cómo sería para ti que gentil y amorosamente corrigieras a alguien que afirma que Jesús es palestino mientras confirmas Su amor por todas las gentes?
Los límites de la tierra cedida a Abraham por Dios en un pacto de sangre incondicional se definen en Génesis 15:7-21.
Ver 1 Reyes 12. Las 10 tribus del norte continuaron siendo conocidas como Israel, el nombre que Dios le dio a Jacob en Génesis 32. Las dos tribus del sur, Benjamín y Judá, eran conocidas con este último nombre.
Muchos conectan a “Palestina” con “Filistia”, el antiguo enemigo de Israel. Se encuentra una explicación alternativa aquí: https://library.biblicalarchaeology.org/article/when-palestine-meant-israel/. En cualquier caso, el cambio de nombre tenía como objetivo romper la identificación con la patria judía.
Aelius era el nombre del clan de Adriano; las deidades capitolinas eran Júpiter, Juno y Minerva. Consulte https://www.britannica.com/place/Aelia-Capitolina
https://www.britannica.com/story/what-was-hadrians-relationship-with-his-jewish-subjects
Desde los días de la conquista romana de Israel en el año 63 a.C., no existía ningún estado independiente. Palestina siempre fue una provincia bajo potencias extranjeras (bizantinos, califas árabes, cruzados, turcos y británicos) hasta el 14 de mayo de 1948, cuando se declaró el moderno Estado de Israel.