Israel a los 75: ¿De qué lado estás tú?

Jun 8

“Así que, ¿qué piensas de la situación actual de Israel? ¿Deberían estar contentos los cristianos de que Bibi Netanyahu sea el Primer Ministro otra vez? ¿De qué se tratan todas esas manifestaciones en contra del gobierno?”

Recurrentemente, somos cuestionados con preguntas como estas por creyentes que tienen una amororsa preocupación por el pueblo judío y la nación de Israel. Seguido, los medios noticieros se enfocan en el conflicto de Israel con los palestinos, incluyendo la lucha continua para sofocar los ataques terroristas de varios tipos.

A inicios de este mes [Mayo del 2023], más de 500 misiles fueron disparados por la Jihad Islámica Palestina desde Gaza, resultando en la muerte de un hombre mayor israelí de 70 años en un suburbio de Tel Aviv. El contraataque retaliatorio de Israel costó otras 31 vidas – líderes jihadistas en Gaza, y trágicamente, mujeres y niños también.[1]

El 25 de Abirl[2], Israel celebró su 75 aniversario. El Primer Ministro Benjamín Netanyahu se dirigió a la nación, refiriendo elementos que típicamente unen a un país: “una robusta fuerza defensiva…,una economía próspera, tecnología avanzada, diversidad cultural.”[3]

Israel ha superado multiples amenazas a su misma existencia en los últimos tres cuartos de siglo. Pero ciertamente, quizás el más grande desafío que enfrente en el momento es la profunda ruptura interna que obtiene mucha menos atención en los medios fuera de Israel.

Aquí en los Estados Unidos, también nosotros estamos perciviendo un aumento en la polarización[4] política y cultural. Seguido la retórica se Vuelve chillona. El impulso de “encontrar un punto medio” es silenciado.

Trazar el “pay psicológico” de Israel es mucho más complicado, como un pastel de varias capas. Sí, encontramos las típicas rebanadas de ricos/pobres, educados /sin educación, ciudadanos antiguos/nuevos inmigrantes. Las ricas capas culturales de orígenes Ashkenazi/Etíopes/Muhrabis/Persa/Sefardí/Yemenita todavía son evidentes hasta cierto punto.

Agrega a la mezcla la pesada capa extra de expresiones religiosas: Haredí (es decir, Hasidic y Letvish ultra Ortodoxos) y Ortodoxos Modernos; rociados en gurpos minoritarios como Conservadores, Reformados, Karaítas, y Mesiánicos. Luego, toma en cuenta que una pluralidad de Israelíes, mientras observan algunas tradiciones tales como las fiestas judías, son más seculares que religiosos. Algunos son antireligión/ateos o atraídos a religiones orientales.

Este revoltijo de ingredientes ayuda a explicar la multiplicación de partidos políticos que existen en el sistema parlamentario de Israel. Por los primeros 30 años del Estado, el partido de izquierda de David Ben Gurión, Mapai (después Alineamiento Laboral), gobernó con supremacía.[5] Las raíces socialistas de la generación pionera fueron reflejadas en las comunidades colectivas llamadas kibbutzim.

La elección en 1977 de Menachem Begin marcó el primer cambio hacia la derecha en la escena nacional de Israel. Su partido, Herut (Libertad), se transformó en el actual Likud. La más reciente elección en la sucesión de elecciones de Israel resultó en el regreso de Benjamín “Bibi” Netanyahu de Likud a la oficina de Primer Ministro[6]. Su “coalisión de gobierno”, usualmente descrita como “el gobierno de mayor ultra derecha de Israel”, consiste en el propio partido de Bibi, Likud (32 asientos), y un equivalente número de asientos tomados por cinco socios de la coalisión religiosa muy conservadores[7].

Además de tener que lidiar con las amenazas existenciales puestas por los enemigos externos de Israel (mayormente Irán, quien sostiene y arma a Hezbolla en Líbano y a la Jihad Islámica Hamas en Gaza), el señor Netanyahu debe gobernar en casa. Las facciones en competencia dentro de su propia coalisión[8] hacen que alcanzar un acuerdo en el presupuesto nacional sea un desafío[9].

El 24 de Mayo, un presupuesto de dos años de $270 billones (US) pasó con un voto de 64 a 55.[10] Incluídos en la lista de términos estaban $1.4 billones de dólares para intereses ultra-ortodoxos representados por dos socios de coalisión claves en el presente gobierno. Por qué este grupo acapara tal atención política en términos tanto de números como en necesidad es documentado por All Israel News:

La comunidad judía ultra-ortodoxa representa la población con más rápido crecimiento de Israel, (la cual) cosntituye actualmente el 13% de la población total de la nación y cerca del 25% de todos los bebés recién nacidos en el país. El segmento de la población es aún más caracterizada por su alto índice de pobreza y bajo empleo, especialmente entre los hombres ultra-ortodoxos[11].

El impacto monetario de conceder las demandas de los partidos ultra-ortodoxos también es visto en números:

De los 13.7 billones de NIS [Nuevo Shekel Israelí] en gasto discrecional, 3.7 billones de NIS (99 millones) serán para incrementar el presupuesto para el estipendio para los estudiantes de tiempo completo de las yeshivas Haredies, quienes reciben excepciones del servicio militar. Otros 1.2 billones de NIS son presupuestados para instituciones educativas Haredíes privadas y no supervisadas, muchas de las cuales no enseñan materias primordiales como matemáticas e inglés, mientras que fondos adicionales van para el sistema de educación Haredí oficial, y para la construcción de edificios para propósitos religiosos, y sostenimiento de la cultura e identidad Haredí. Netanyahu y el Ministro de Finanzas Bezaleel Smotrich también acordaron financiar estipendios expandidos para estudiantes de Yeshiva con la suma de hasta 250 millones de NIS ($68 millones) usando cualquier excedente que quede de las escuelas ultra-ortodoxas[12].

Este reparto a los haredíes encendió fuertes protestas de la oposición. En respuesta, la coalisión gobernante señaló artículos del presupuesto del gobierno anterior considerados atroces: 30 millones de NIS a los árabes, 40 millones para el Judaísmo Reformado, 6 millones para gatos[13]. Muy seguido, desacuerdos acalorados dan pie a palabras con odio[14].

Mientras que la pelea por el presupuesto ha terminado - al menos por el presente - la mayor amenaza para la estabilidad interna de Israel sigue viéndose en las calles. En cuestión está la promesa de Benjamín Netanyahu de reformar el Sistema judicial de Israel, y en particular, 1) cómo los jueces de la Suprema Corte son asignados[15]; y 2) limitaciones en sus poderes para revocar leyes.

Aquí en los Estados Unidos también vemos paralelos con los desacuerdos sobre la politización de nuestra máxima corte[16]. Ambos países son democracias representativas, pero con marcadas diferencias. Como se resaltó arriba, el Knesset de Israel es un parlamento compuesto por múltiples partidos políticos. Al líder del más grande de estos partidos (por el número de asientos ganados en una elección general) le es dada la oportunidad de servir como Primer Ministro - pero sólo si una coalisión con al menos una simple mayoría puede ser forjada[17].

En los Estados Unidos nosotros no sólo votamos por quien servirá como nuestro presidente; también tenemos dos cámaras de Congreso, cada una con deberes específicos. Y como vemos con el presente gobierno, los Demócratas tienen el control de la Casa Blanca y del Senado, pero no de la Cámara de Representantes.

Esto significa que si se abre un puesto en la Suprema Corte, el presidente Biden será capaz de nominar un candidato de su elección y que el Senado, dominado por su partido, ratificará esa asignación. Pero los presupuestos deben pasar por ambas Cámaras del Congreso, y al momento de este escrito, vigorozas “luchas de fuerzas” entre la Casa Blanca y el Líder Mayoritario de la Cámara de Representates continúan.

Todo lo anterior está dentro de las provisiones de la Constitución de los Estados Unidos. Y esto es parte del desafío en Israel; por 75 años se ha manejado sin una verdadera constitución. En su lugar, apelaciones son hechas a un sistema de leyes y derechos. La necesidad de una constitución es reconocida y desde 2003 un comité especial con la tarea de crear una se ha estado reuniendo[19].

Lo que esto significa prácticamente es que el Knesset puede pasar cualquier ley que desee, pero la Suprema Corte puede anular dicha ley basada en su interpretación del sistema existente. Cuando las leyes aprobadas por una facción se mantienen, vitorean. Pero cuando el tribunal anula por decreto una ley deseada, surgen protestas.

Casi todos están de acuerdo en que Israel necesita una constitución[20]. Pero con tan marcadas divisiones en la sociedad, y un alto nivel de desconfianza, sino es que de animosidad, entre facciones políticas, llegar a un acuerdo ha resultado difícil de alcanzar.

El compromiso del señor Netanyahu de revisar el sistema judicial de Israel ha encendido una tormenta de protestas como nunca antes se ha visto en la historia de Israel. Comenzando en Enero, decenas de miles de Israelíes[21] tomaron las calles para mostrarse en contra de los cambios propuestos. Masivas contra protestas (en apoyo al gobierno) también se han alzado[22]. Esas protestas continúan al día de hoy.

Las cosmovisiones de los religiosos y secularistas (quienes siguen siendo la mayoría en Israel) dificilmente puede ser más opuestas. Como un ejemplo, en el Knesset anterior, el gobierno secular removió el requsito de tiempo atrás de que la Torá (Biblia) sea enseñada en escuelas públicas[23]. Tan pronto como Bibi fue elegido, el requisito fue restaurado[24].

Problemas morales también dividen la ciudadanía de Israel. Los israelíes seculares están orgullosos de que el aborto es practicado libremente; tras la derogación de Estados Unidos de Roe vs Wade, Israel realmente perdió restricciones sobre el aborto ya disponible[25]. Tel Aviv es considerada la “capital gay del Oriente Medio”[26]. Como uno se puede imaginar, marchas de orgullo gay[27] en la santa ciudad de Jerusalén son una “espina en el ojo” de los judíos observantes[28].

¿Ahora qué?

Así que, a la pregunta de “¿cómo deben estar los cristianos para con Israel?” nuestra respuesta es, “Con discernimiento”. Nuestros hermanos y hermanas israelíes mesiánicos comparten sus preocupaciones[29] en múltiples niveles. Por un lado, ellos desean ver a Israel representar la moralidad y la virtud. El que la Biblia se enseñe en las escuelas significa que los niños están expuesto a la Palabra de Dios. Y el Señor Netanyahu está comprometido con la seguridad de Israel, cosa que todos desean.

Por otro lado, los israelíes messiánicos tienen preocupación por el creciente poder de los ultra-ortodoxos quienes se oponen fuertemente ante cualquier expresión de fe judía en Jesús. En el nivel práctico, la aprobación de visas, ciudadanía, permisos de construcción, etc., solicitados por creyentes, suelen ser negados bajo el control de los Haredim. Y el enjuiciamiento de los anti-misioneros que violan la ley es menos probable cuando las facciones del gobierno los protegen.

Ningún partido politico lo hace todo bien. Pocos, si acaso alguno, buscan alinear sus plataformas con valores bíblicos. Hacemos bien en recordar la respuesta del mensajero de Dios quien, cuando Josué le pidió que declarara si era “amigo o enemigo”, respondió “No; sino como capitán de las huestes del Señor he venido” (Josué 5:13, 14).

En todas nuestras elecciones, incluídas las políticas, que sea estar del lado del Señor nuestra mayor meta. Como “atalayas en los muros”, hacemos bien en sostener a Israel en nuestras oraciones.

Wes Taber, Embajador Global de Life in Messiah

Con tantas voces en conflicto llenando las noticias, ¿cómo disciernes lo que es verdad?
¿Cómo moderas la tentación natural de estar enojado o de sentir odio hacia aquellos cuyas perspectivas se oponen a las tuyas, con el mandamiento de Jesús de amar a nuestros enemigos?
¿Cómo aumentar tu comprensión de los desafíos que enfrentan los israelíes, y especialmente nuestros hermanos y hermanas en la fe, motivar tu vida de oración?