El Mejor Regalo de Todos

 
 

Como un muchacho creciendo en una familia de política liberal, y de todas-las-armas-son-anatema en la ciudad de Nueva York, mis intereses en las armas de fuego fueron suprimidos. Después de mudarme de la ciudad cuando tenía poco más de veinte años, finalmente pude dar rienda suelta a mi fascinación infantil. Mis nuevos amigos que no eran reacios a las armas me llevaron a buscar tuzas y a cazar codornices y ciervos. Fui un fracaso como cazador… pero igual me la pasé genial.

A mi esposa, Cynthia, no le entusiasmaban las armas, pero pacientemente me complació cuando surgieron estas oportunidades. ¡Así que, te puedes imaginar mi total shock y júbilo cuando para mi cumpleaños treinta ella me sorprendió con una escopeta calibre doce!

Si hubiera comprado una yo mismo, hubiera sido una escopeta semiautomática nueva, con tubos y barriles de estrangulamiento intercambiables, supresión de impactos y todos los demás detalles disponibles. Sin embargo, ni siquiera un equipo como ese podría superar el regalo de Cynthia: una escopeta de acción de bombeo muy usada que carecía de todo lo mencionado anteriormente.

Lo que hacía este regalo sobresaliente no era la escopeta en sí sino lo que representaba: un amor auto sacrificial sin precio. Esa escopeta me decía que Cynthia entendía y valoraba quién era yo y actuaba en base a eso a expensas personales. El regalo que me fue dado era enormemente más grandioso que el que yo pudiera haber escogido por mí mismo.

Los mejores regalos no son hermosos, caros, o incluso lo que creemos que queremos. Los mejores regalos son significativos; los que dicen: “Te amo” al comunicar, “entiendo quién eres”.

Fue durante Jánuca que Yeshúa (Jesús) se señaló a Sí mismo como tal regalo. Con la victoria Macabea sobre los griegos en sus mentes durante Jánuca (la Fiesta de la Dedicación, cita bíblica, Juan 10:22), el liderazgo judío en el tiempo de Jesús tenía una imagen mental muy vívida del “regalo” que ellos querían.

Cuando ellos dijeron: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente”. Ellos estaban preguntando, “¿Eres tú el regalo que queremos, un Mesías estilo Macabeo quien ascenderá al trono de David como rey en Jerusalén, vencerá a nuestros amos romanos, los sacará de la tierra (de Israel), y traerá paz, prosperidad, y justicia a Israel, estableciendo así el Reino prometido de Dios sobre toda la tierra?”, nada menos que eso los haría feliz.

Yeshúa contestó, “Os lo he dicho y no creéis” y les explicó por qué muchos estaban luchando con reconocerlo como Mesías. Él estaba ofreciéndoles algo mayor que una era liberación política (Juan 10:28). Luego Él los impactó al decirles, “Yo y el Padre uno somos”, ¡un reclamo directo de deidad e igualdad con Dios!

¿Por qué, en Jánuca, Yeshúa señaló a Su deidad en respuesta a la pregunta de ellos acerca del Mesías? Porque Él estaba ofreciendo un regalo vastamente más valioso, aquel que ellos no hubieran escogido por ellos mismos.

Como nosotros, los líderes religiosos de los días de Yeshúa pensaron que ellos sabían que lo que necesitaban y querían podría ser provisto por medios políticos, económicos y sociales. Asumieron que si Dios les proveía el hombre correcto para gobernar sobre el trono de Israel con suficiente poder y autoridad, él se desharía de sus enemigos, brindando paz y prosperidad a su nación.

Yeshúa sabía que incluso si ellos conseguían lo que querían, eso no sería suficiente.

Los Macabeos mismos experimentaron esto. Su victoria en 165 a.C. sobre Antíoco IV Epífanes y la subsecuente re- dedicación del Segundo Templo, ambas luchas militares y políticas ganadas con tanto esfuerzo, fue corta. Para el 67 a.C. la corrupción del liderazgo de Israel, ellos mismos descendientes de los Macabeos, provocó una guerra civil, y la conquista de Jerusalén por el general romano Pompeyo.

Yeshúa entendía la razón de esta falla. Hasta que nuestra rebelión innata contra el gobierno de Dios en nuestras vidas sea transformada y Su Reino se establezca en la tierra, estamos condenados a vivir los mismos fracasos y derrotas, generación tras generación.

A raíz de los horrores del 7 de octubre en Israel y la posterior demostración de antisemitismo mundial, mi pueblo (el pueblo judío) anhela una vez más la derrota de nuestro enemigo para poder vivir en paz. Y tal como nuestros ancestros, los Macabeos y las personas de los días de Yeshúa, la esperanza de mi pueblo está en los líderes militares y políticos. No son conscientes de que incluso el mejor resultado del conflicto actual será temporal.

Lo que realmente necesitamos no son nuevos líderes, sino una nueva vida, algo que sólo Dios provee. Al señalar a Su deidad durante Jánuca, Yeshúa está diciendo: “Yo soy el regalo que realmente necesitan, ofrecido en amor y a un gran costo personal”.

Mientras oramos por la victoria militar de Israel sobre Hamás, y un justo y pacífico futuro político para los de Gaza y los de Israel por igual, no dejemos de orar para que muchos encuentren el camino angosto que conduce a la vida, y a la paz duradera del reinado milenario del Mesías en la Tierra.

Vosotros, pues, orad de esta manera: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:9-10).

¡Que estemos entre los fieles que claman noche y día, anhelando la justicia del retorno del Mesías!

¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:7, 8).

Escrito por Dan, Miembro de la Mesa Directiva de Life in Messiah


  1. ¿Qué regalo has recibido que vale más de lo que dice la etiqueta de precio?

  2. ¿Te nos unirías en oración por el pueblo judío e israelíes para que vean la Luz del Mesías en esta temporada de Jánuca?

  3. ¿Quieres saber más de Jánuca? Lee más aquí.


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