Una Tarde con *Elliot

 
 

Escuché pisadas viniendo de las escaleras de madera en el pequeño porche de la antigua casa Victoriana de mi mamá y mi padrastro. Luego vino un suave toque a la puerta, y una voz cortés que llamaba el nombre de mi padrastro a modo de pregunta. Desde el comedor, uno podía ver la puerta trasera, y mi padrastro dijo con una voz genuinamente amable, “Hola, Elliot. Pasa. ¿Qué puedo hacer por ti?”

Aunque yo había crecido en este pequeño pueblo de Medio Oeste (EE. UU.), había vivido en Colorado y luego en el exterior por una serie de años, y ahora estaba de vuelta de visita. No reconocí a Elliot, quien se asomó a través de la ventana de la puerta hacia el comedor detrás de mí, y dijo, “No, mis zapatos están un poco sucios. ¿Te importa si tomo prestadas algunas cosas de tu garage?

Que a mi padrastro le agradaba Elliot era obvio por la entrañable manera en que le respondió: “Elliot, si el garage está abierto, cuando necesites algo, solo tómalo”.

Mas tarde ese día, le pregunté a mi padrastro quién era Elliot, porque el acento en su voz ciertamente no era del medio oeste. “Él es nuestro vecino de la acera de enfrente”, dijo mi padrastro, “con el amplio jardín y todas esas tiras de alfombra entre las filas. Creo que es un maestro retirado o algo. Lo que sé es que es mucho más listo que yo. Algunas personas piensan que es un poco raro, pero a mí me agrada”.
Esa tarde, me quedé en el jardín trasero y miré hacia el jardín de Elliot. Era un amplio jardín que tenía muchos diferentes tipos de plantas y vegetación, con etiquetas en algunas plantas y largas tiras de alfombra para caminar entre las filas. Peculiar, pero obviamente él tenía un propósito.

Un par de días después, Elliot volvió llamando. Aunque se le había dicho que él podía tan sólo tomar prestadas las herramientas del garage, mi padrastro decía que Elliot siempre preguntaría de todos modos, porque era un caballero. Ese día, mientras Elliot miraba por la pantalla, ubicó una menorá y un shofar[1] que yo había traído de Israel sobre la mesa del comedor. Luego de decir que iba a coger un par de herramientas prestadas, le dijo delicadamente a mi madre, “Veo que tienes un shofar y una menorá”.

Ella respondió, “Oh, esos son de mi hijo. Él los trajo”.

Esa noche, pensé, Elliot es judío. El acento, es de la Costa Este, y es un educador retirado. Oré para que estuviera abierto a una visita.

Al día siguiente, note que Elliot estaba caminando de su puerta trasera hacia su garage, así que crucé la calle y me presenté formalmente. Me dio un caluroso apretón de manos y me dijo, “Realmente me agradan tu madre y tu padrastro”.

En pocos minutos, me enteré que Elliot había nacido en Queens en Nueva York, y aunque ya estaba retirado, el programa de horticultura de una gran universidad en nuestra área solía enviar estudiantes a venir con un profesor a visitar a Elliot. Él les mostraba y enseñaba acerca de la investigación que estaba hacienda con plantas, germinación de semillas, etc.

Elliot dijo, “Ven a sentarte, hare algo de limonada”.

Pronto, ambos estábamos bebiendo de los frascos de conservas Ball llenos de limonada casera, en la que rodajas de limón flotaban entre los cubitos de hielo. Elliot se rió mientras yo sostenía mi frasco y decía: "Veo que te has adaptado a las costumbres del Medio Oeste".

Luego le pregunté, “¿Qué está hacienda un professor judío en este pueblo agrícola?

Elliot me miró a los ojos cuando le hice esa pregunta, y luego dijo, “¿Cómo sabes que soy judío?”.

“Bueno, eres de Queens, y supiste inmediatamente que eran un shofar y una menorá los que estaban en la mesa de mis padres”.

La siguiente hora y media fue un verdadero placer. Supe que Elliot había crecido en un hogar judío ortodoxo en Queens, pero las plantas y las ciencias captaron su atención y, a medida que crecía, había rechazado la estricta adhesión religiosa del judaísmo ortodoxo. Elliot me confió que también había investigado quién era Jesús y concluyó que era un revolucionario. No en el sentido militante, sino uno que desafió el mundo religioso predominante de Su época, queriendo liberar a la gente de una religión que había sido corrompida.

Yo tenía curiosidad por saber las fuentes que Elliot había utilizado para llegar a esa conclusión. Comentó que lo había leído en algunas fuentes académicas seculares y que para él tenía sentido, pero otros, después de la época de Jesús, habían convertido a Jesús en un dios, en una figura mesiánica.

Elliot me dijo que necesitaba usar el baño pero que volvería en un par de minutos, porque estaba disfrutando la conversación. Cuando se fue adentro, corrí rápidamente cruzando la calle y traje dos Biblias.

Cuando Elliot cruzó de nuevo por su puerta trasera, sonrió mientras me veía sentado con mis dos Biblias. “Oh, ahora me vas a convertir”, me dijo.

Entonces le pregunté si él alguna vez había revisado las profecías en la Biblia Hebrea que hablaban de un sirviente especial, un Mesías venidero, y cómo ella parecían señalar a Yeshúa, a quien la mayoría llamaba Jesús. Elliot dijo, “No, rechacé la religion hace años”.

Elliot fue honesto cuando le dije que me sorprendió que llegara a esa conclusión sobre Jesús sin leer las fuentes principales que hablan de Él: el Tanaj (Antiguo Testamento) y el Nuevo Testamento. Lamentablemente, sucede con demasiada frecuencia que alguien toma una decisión acerca de Jesús sin leer las muy claras palabras proféticas del libro de Isaías o Jeremías, o los escritos de Moisés en la Torá, o el relato histórico más detallado de Su vida en los evangelios.

En Life in Messiah contamos con recursos y artículos que muestran los textos bíblicos que hablan del Redentor prometido tanto para el pueblo judío como para los gentiles. Puedes contactarnos y nos encantaría que leyeras las Escrituras por tu cuenta, porque sabemos que la Palabra de Dios es poderosa. No confíes en los demás cuando eres tú a quien Dios quiere revelarse, personalmente, a través de las Escrituras.

Siempre recordaré mi tarde con Elliot con una mezcla de placer por una cálida conversación con este querido judío y tristeza por sus conclusiones sobre Aquel de quien hablaron Moisés y los profetas. Desde ese día me he preguntado si Elliot alguna vez miró los pasajes mesiánicos en el separador que dejé en su pequeña mesa de patio esa tarde.

Escrito por Jeff, staff de Life in Messiah


  1. ¿Puedes pensar en algún momento en el que hayas sido testigo claro del poder de Dios obrando a través de las Escrituras?

  2. ¿Hay algún vecino judío o gentil que Dios haya puesto en tu corazón para orar, iniciar una conversación o mostrarle hospitalidad? ¿Qué cosa puedes hacer esta semana para compartir el amor de Jesús por ellos, de palabra o de hecho?

  3. Si deseas aprender más sobre quién es Jesús directamente de las Escrituras, puedes explorar varias profecías del Tanaj y lo que revelan sobre el Mesías aquí.


  1. Una menorá (palabra hebrea que significa “lámpara”) es una lámpara dorada de siete brazos utilizada en el Tabernáculo y más tarde en el Templo (Éxodo 25:31-32). Hoy en día existen versiones más pequeñas hechas para el hogar. Un shofar es una trompeta hecha con cuerno de carnero y juega un papel destacado en la celebración de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío. Para obtener más información sobre estas fiestas, visite nuestra página de recursos sobre Las Fiestas Bíblicas.

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