Cosas Que No Se Ven

 
 

Pronto Israel observará dos feriados nacionales: Yom HaZikaron (Día Conmemorativo de Israel) y Yom HaAtzmaut (Día de la Independencia de Israel). Dada la guerra que se ha desarrollado desde el 7 de octubre, este año habrá muchas más almas que conmemorar en Yom HaZikaron y una mayor sensación de incertidumbre en Yom HaAtzmaut.

Israel siempre ha tenido una historia tumultuosa. A través de la agitación de los diversos gobernantes descritos en los libros de Reyes y Crónicas y bajo los imperios asirio, babilónico, persa, griego, romano, bizantino y otomano[1], el pueblo judío ha sobrevivido a innumerables invasiones, guerras y exilios – tambaleándose dentro y fuera de la existencia como país, si no es que hasta como pueblo.

El Estado secular de Israel de hoy está muy lejos de la teocracia establecida durante la época de Josué, o incluso de la monarquía de David, pero su existencia nos recuerda el cumplimiento, aún no realizado, del pacto de Dios con Abraham. La primera mención de este pacto es en Génesis 12, cuando Dios le ordena a Abram que abandone su país:

Vete de tu tierra,
de entre tus parientes
y de la casa de tu padre,
a la tierra que yo te mostraré.
Haré de ti una nación grande,
y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendigan,
y al que te maldiga, maldeciré.
Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.

(Génesis 12:1-3)

Años más tarde, mientras Saraí aún seguía siendo estéril, Dios reiteró el pacto con Abraham[2]:

Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua; y yo seré su Dios (Génesis 17:7,8).

El autor de Hebreos resalta la gran fe de Abraham en Dios. “Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa” (Hebreos 11:8, 9).

La fe en las cosas invisibles (Hebreos 11:1) es el tema general de la historia de Abraham. Aunque él y Sara solo tuvieron un hijo, Isaac, y la única tierra que poseía en Canaán era el campo comprado para el entierro de Sara (Génesis 23), Abraham creyó en las promesas de Dios con respecto a la tierra y sus descendientes. Abraham “en la fe murió, sin recibir las promesas, sino habiéndolas visto y acogido desde lejos” (Hebreos 11:13).

Si bien Hebreos 11 asiente a la confianza de Abraham en el Pacto de la Tierra, este pasaje no se trata sólo de la tierra de Israel. En última instancia, la fe de Abraham se dirigió hacia algo más grande. Era una fe compartida por los otros mencionados en Hebreos 11: Abel, Enoc, Noé, Isaac, Jacob, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Algunos de ellos vivieron y murieron mucho antes de que Dios hiciera Su pacto con Abraham; otros vieron el reino de Israel en su apogeo de gloria; otros sufrieron el flagelo de la guerra y el exilio de Israel. “Y todos estos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros” (Hebreos 11:39).

Si no la tierra de Israel, ¿cuál era la promesa que esperaban Abraham y los demás? De la Tierra Prometida, a través del linaje de Abraham, nacería el Mesías, cumpliendo la promesa de Dios a Abraham de que “en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). La vida, muerte y resurrección del Mesías han asegurado el perdón y la vida eterna para todos los que creen.

Un día, Yeshúa (Jesús) regreará a Jerusalén para establecer Su gobierno. Sólo entonces la verdadera paz llegará a Jerusalén, cuando todo Israel lo reconozca como el Mesías prometido (Zacarías 12:10). En ese momento, todo el mundo se unirá al pueblo judío en adoración a Él (Miqueas 4:2).

Uno solo necesita leer los titulares acerca del Israel moderno para entender que el tiempo no ha llegado. Como nación, Israel sigue cegado a la identidad del Mesías. La nación está llena de personas preciosas, judías y árabes, que aún no creen. Hasta que Su verdad reine en todos los corazones, no habrá paz en la Tierra.

Mientras Israel celebra Yom HaAtzmaut (Día de la Independencia) este año, oremos para que los ojos de los israelíes sean abierto para su posterior dependencia en Dios. Pidamos a Dios que fortalezca a los creyentes en Israel y Gaza para proclamar el evangelio a sus vecinos heridos, y por los no creyentes en Israel y Gaza, que ellos también reciban la bendición de la salvación. Ora para apresurar el regreso del Mesías, quien es el único que puede traer paz duradera a este mundo problemático.

Nosotros también, temenos fe en cosas que no hemos visto.

Escrito por Miriam, coordinadora de comunicaciones de Life in Messiah


  1. Israel y gaza no son lo únicos lugares desgarrados por el caos. La guerra de Rusia sobre Ucrania continua, mientras la capital de Haití, Port-au-Prince, ha sida sitiada por violentas pandillas desde principios de Marzo. Quizás no tengamos el poder de traer paz a estos países en crisis, pero podemos buscar paz en nuestra propia esfera. ¿Cómo podemos ser personas de paz en nuestros hogares, comunidades y trabajos?

  2. El mundo necesita el evangelio. ¿Qué recursos u oportunidades te ha dado Dios para compartir a otros? No podemos arreglar los problemas de los demás, pero tenemos la Palabra de Dios que da vida y brinda fortaleza en las pruebas.


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