¿Cuál es tu shpiel?
De niño, la idea de que había un Dios tenía perfecto sentido para mí. Recostado con el fresco pasto verde en mi espalda durante el verano, las esculpidas y blancas nubes eran una pintura magnífica, con el cielo azul nítido como un lienzo. Para mí esto era tan hermoso, tan natural, que la existencia de Dios tenía sentido, perfecto sentido.
No fue sino hasta muchos años después (después de terminar la escuela, trabajar, y sencillamente vivir una vida como mejor creía) que una clara y directa charla con alguien cautivó mi corazón. Mi jefe me compartió acerca de Dios y Su Hijo, mi condición pecadora, y la verdad del evangelio. Acepté el mensaje de salvación por medio de la fe en Jesús.
Realmente fui transformado de adentro hacia afuera. No pretendí de repente cambiar mi vida para volverme “religioso”. No, realmente yo era totalmente diferente. Comencé a leer mi Biblia; ella estaba viva para mí. Como comer o respirar, mi alma estaba siendo nutrida en un modo que no podría haber imaginado.
Veinte años después, yo estaba parado en la acera cerca de una intersección en Londres esperando decirle a otros el mismo mensaje. Fue ahí cuando conocí a Morris. Bueno… algo así.
Había notado a este hombre porque yo solía pararme en el mismo lugar, donde había muchos establecimientos comerciales y un flujo constante de tránsito peatonal. Yo ofrecía tratados a todos los que pasaban, un tríptico con un mensaje y versículos de la Biblia que hablaban de un sirviente especial[1] que traería salvación para Israel y las naciones. Este sujeto pasaba diario por ahí, pero sin detenerse nunca.
“Ok, ¿cuál es tu shpiel?”[2]
No estaba soñando, pero las palabras me sorprendieron. Ahí estaba el hombre de la oficina inmobiliaria cercana a quien yo había visto muy seguido. Por los siguientes minutos, le hablé acerca de Jesús y brevemente de las Escrituras.
Él me miró, deteniéndose como para reunir sus pensamientos. Yo le dije: “Mira, yo sé cómo luzco para tí. Vamos, soy un hombre de mediana edad, parado en una esquina repartiendo folletos. Probablemente piensas “¡Consíguete un trabajo real, haz algo con tu vida!””.
“Pero sabes algo, tengo una vida normal. Tengo una familia, y sé que las personas me miran sospechando, pensando que soy un loco religioso o algo parecido. Pero te puedo asegurar que si no creyerea que el mensaje de Jesús es verdadero, y verdadero para todos, no estaría aquí”.
Con eso, él sonrió ligeramente y dijo: “Estás en el lugar equivocado para esto, este es un barrio judío”.
“¿Eres judío?”, le pregunté. Él me indicó que sí. “Entonces tú encontrarás esto especialmente interesante”.
Él tomó el folleto, lo dobló, y lo puso en el bolsillo interior de su saco. Antes de irse, dijo: “Lo voy a leer, ¿por qué no?”.
La siguiente vez que vi a este hombre me pareció que volvía su cabeza como para evitar tener contacto visual, así que no hice el intento por hablarle. Un par de semanas después lo vi aproximándose. Me dijo: “Leí tu folleto. Estoy seguro que los rabinos no están de acuerdo. Me gustaría saber qué piensan ellos de esas citas”.
Charlamos brevemente, y conocí que su nombre era Morris. Le dije que si había encontrado las citas de la Escritura interesantes, yo tenía un pequeño Nuevo Testamento que también tenía citas de las Escrituras del Tanaj. Y que me encantaría mostrarle por qué yo creía que Jesús es el Mesías.
Morris vaciló por un segundo, y después declinó la invitación, pero se comportó amablemente, menos cauteloso que antes. Oré por Morris cada día, pero en un par de semanas yo estaría dejando Londres. Estaba seguro por su vacilación que realmente estaba interesado en el Nuevo Testamento que le había mencionado.
Esa noche le escribí una nota personal a Morris y tomé un folleto que tenía varios testimonios de personas judías que habían llegado a creer en Jesús[3]. Lo coloqué junto con el Nuevo Testamento en un sobre nuevo de burbujas de correo de color vainilla y lo sellé. Puse el sobre en mi mochila, esperando ver a Morris antes de partir.
Dos días antes de partir de Londres, vi un rostro familiar caminando hacia mí: Morris con su portafolio. “Morris, si tienes un momento, me gustaría decirte adiós porque voy a partir de Londres en dos días”.
Él se detuvo, y antes de hablar, metí la mano en mi bolso y saqué el pequeño paquete. “Esto es un regalo, el Nuevo Testamento del que te hablé, espero que lo recibas”.
Él miró el sencillo paquete que podría contener cualquier cantidad de cosas, tan sólo un pequeño paquete sin descripción alguna.
“¿Por qué está en un sobre?” preguntó Morris.
“¿Lo habrías tomado de no estar envuelto?”
“No, probablemente no lo habría hecho. Gracias”, dijo Morris aceptando el paquete. Él quería leerlo sin que otros supieran; era algo personal. Con eso, estrechó mi mano y nos deseamos estar bien los dos.
Nosotros no sólo temenos una shpiel acerca de creencias religiosas. Nos gustaría mostrarte y decirte las mismas cosas que Morris leyó, creyendo que el Espíritu de Dios puede mostrarte la verdad acerca de quién es el Mesías realmente.
Escrito por Jeff, Life in Messiah staff
¿Estás listo para mirar las Escrituras por ti mismo también? Podrías no estar dispuesto a recibir o charlar acerca de esto en una esquina de Nueva York, Londres o Berlín, pero puedes contactarnos para escuchar más acerca de Aquél de quien hablaron los profetas.
Revisa estos testimonios de personas judías que encontraron al Mesías: www.insearchofshalom.com/all/storiesofshalom
Isaías 42:1- 9; 49:1- 10; 52:13- 53:12
Shpiel: término en Yiddish para historia, argumento persuasivo, actuación o entonación.
Puedes ver testimonios aquí: www.insearchofshalom.com/all/storiesofshalom