El aroma de la libertad
A través de la historia de América los símbolos de la libertad han tomado diferentes formas. La mayoría diría que la bandera de América o la Estatua de la Libertad[1] son los más icónicos de estos símbolos.
Pero, ¿cuál sería tu símbolo personal de libertad?
Mientras sopesaba esta pregunta para mí misma, la imagen de un árbol vino a mi mente… un árbol frutal.
Nunca había visto un huerto de durazno en persona antes de ese día. Ahora como adulta, no podía creer que los duraznos que había traído del supermercado por años, tenían esta vida oculta antes de ser arrancados del árbol. La arboleda estaba pintoresca esa mañana, con nubes esponjadas arriba y el dulce zumbido de pájaros y abejas.
Fue la brisa la que detuvo mis pasos.
El aroma de duraznos recién cortados pasó junto a mi cara. Un árbol de duraznos sería mi símbolo personal de la libertad. Sí, a mí me haría perfecto sentido encontrar libertad debajo de un árbol.
Originalmente, fue debajo de un árbol que el paraíso se perdió, y la libertad se esfumó. Fue a través del robo de Adán y Eva que una humanidad vulnerable caminó hacia un mundo maldito como esclavos del pecado. Pues a lo que sea que obedezcamos nos convertimos en su esclavo.
La Biblia nos dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).
“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16)
Todos hemos sentido el impuesto físico que el pecado cobra en nuestros cuerpos. El vacío en nuestros estómagos cuando hemos hablado fuera de tono, lastimando a otra persona. El peso que hemos sentido de una conciencia culpable que nos mantiene despiertos durante la noche.
El pecado es un terrible capataz. Cuando cedemos una pulgada, éste toma una milla.
Lo que es peor es que desde la infancia, esta automática configuración predeterminada nos ha jalado más y más profundo cada vez dentro de las garras del pecado. Hayan sido las ofensas que cometimos o los crímenes de la depravación de otros, todo esto nos ha dejado en un terrible estado de esclavitud.
Cuando servimos a este malvado amo de pecado, recibimos el pago en forma de muerte.
¿Cómo sabemos qué es pecado exactamente? La Torah de la verdad lo describe claramente. La ley dada a través de Moisés sirvió como tutor, mostrándonos nuestra gran necesidad de libertad de la maldición del pecado.
Gálatas 3:23, 24 nos dice: “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”.
La ley vino a ser como un espejo. Nuestra apariencia… nuestro estado real, nos es reflejado en el código moral de Dios. Es doloroso observar. Cuando todas nuestras defensas bajan y la falsedad es traída hacia la luz, es un momento santo de exposición.
Tenemos que escoger:
Huír de Dios debido a nuestra vergüenza y continuar en la esclavitud del pecado.
Correr hacia Aquél que se hizo pecado por nosotros, para que podamos ser hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21).
La Buena Nueva es esta:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),” Gálatas 3:13 (citado de Deuteronomio 21:23).
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Gálatas 4:4- 7.
Todos mis intentos por salvarme a mí misma y vivir una buena vida no alcanzan. He tratado de repararme a mí misma, sin éxito. Necesitaba a alguien fuera de mi depravación para rescatarme y Él lo hizo. Mi clamor por rescate alcanzó los oídos del Todopoderoso.
Él envió a Su Hijo como pago por mi pecado, y es a través de Su muerte en un madero, y resurrección de la tumba, que yo reviví.
Hoy en día, cuando el pecado quiere invadir mi vida, recuerdo que el Mesías Yeshúa (Jesus), ha dejado obsoletos el pecado y la muerte. Su Espíritu vive ahora en mí como un Templo para Su presencia. La labor que Él está haciendo en mi vida es como un hermoso árbol frutal. Estoy conectada a la fuente de vida y Él está produciendo fruto, prueba de Su gran presencia en mí.
Sí, un árbol frutal es mi símbolo de la libertad porque yo fui libertada del pecado cuando Él fue colgado en un madero; me dio vida en Él cuando resucitó de la tumba. La labor de Su Espíritu me permite producir: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, para la gloria de Dios (Gálatas 5:22, 23).
Es un glorioso regalo que me ha dado.
Sí, la libertad tienen el aroma de dulce fruto.
Escrito por Kori, staff de Life in Messiah
¿Cuál es tu símbolo personal de libertad?
¿Has experimentado la libertad del pecado (entiéndase no estar a la altura) que el Mesías Yeshúa proveyó en un madero?
Posible aplicación práctica: https://www.insearchofshalom.com/all/encouragementfromexodus/exodus-devotion23
La Estatua de la Libertad se encuentra a 305 pies hacia el cielo de New York como un símbolo de libertad. Su destinatario original rechazó el regalo. Irónicamente cuando Egipto rechazó el símbolo de la libertad e iluminación, Francia lo reempaquetó y lo reobsequió a América. Ahora permanece ofreciendo el regalo de la libertad a todo aquel que viene a buscar refugio.