Por favor, haz que los pokemones sean reales
Existe algo tierno y sagrado en la oración de un niño antes de dormir. “Ahora me acuesto a dormir…” era parte de mi rutina nocturna en la infancia.
Más recientemente estuve presente cuando un pequeño concluyó su oración “Bendice a mami, a papi y a mi hermano… y por favor haz que los pokemones sean reales”
Yo sólo sonreí ante esta inusual petición. Cuando la escuché de nuevo la noche siguiente, me puso a pensar. ¿Por qué es tan importante para este niño pedirle esto al Todopoderoso?
Por un lado, el fuerte deseo en el corazón humano para que una fantasía se convierta en realidad es fácilmente observable. Los niños pequeños están encantados con las princesas de cuentos y superhéroes. Algunas de las mejores películas animadas de Hollywood presentan fantasía y ficción, y no están todas dirigidas a los niños.
A la mayoría de nosotros nos hace felices escapar a una historia que nos sitúa en un mundo mejor. Pero, ¿cómo preparamos a nuestros niños para la vida en el mundo real con sus presentes defectos, temores y fallas?
Tal vez comenzamos reconociendo las ramificaciones de no lidiar con la realidad. ¿Qué sucede cuando un niño aprende que los pokemones no pueden ser reales? ¿O que los superhéroes en la pantalla no van a aparecer para salvarnos? ¿De dónde vendrá nuestro socorro?
La mayoría de las personas se recuperan bien del trauma infantil de descubrir la verdad detrás de Santa Claus, del conejo de pascua, y del hada de los dientes. La dimensión de dicha desilusión probablemente es proporcional a la fuerza y duración de la ficción y de cómo y por parte de quién esa verdad fue revelada.
Cuando la duda sobre la confiabilidad de los adultos se levanta en cierta área, ¿cómo se verá afectada esa credibilidad sobre todo lo demás? Si muchas de las historias de mi infancia son ficticias, ¿eso incluye lo que me han enseñado en la escuela dominical?
Esas dudas personales serán magnificadas en una cultura más amplia que cuestiona las verdades bíblicas y los valores. ¿Qué tan bien preparados están nuestros niños para lidiar con los ataques contra la historicidad y la precisión de la Escritura; particularmente de la boca de alguna figura respetada como autoridad?
¿Cómo responderán nuestros niños cuando un instructor con tono burlón pregunte: “¿Realmente crees que…?”?
“hay un poder superior invisible que creó el mundo en seis días -de la nada?”
“una serpiente engañó a nuestros míticos “primeros padres” para comer una manzana?”
“Dios mató a todos excepto a ocho personas con un diluvio global?”
“un pez tragó un hombre que vivió en su estómago por tres días?”
“ángeles y demonios son seres espirituales reales?”
“la espantosa muerte de un hombre judío de un remoto pueblo, hace dos mil años, de alguna manera puede afectar tu destino eterno?”
Solía suceder que nos preocupaba por cómo nuestros chicos al iniciar la universidad manejarían a profesores burlones. Ahora los ataques contra la verdad escritural y las virtudes piadosas se han movido hacia la primaria y quizás a la casa de al lado.
En casa, la primer línea de defensa es la integridad de la vida. “Haz lo que digo, no lo que hago” jamás ha sido un modelo a seguir. Ningún padre es perfecto. Sin embargo cuando fallamos, podemos modelar arrepentimiento mientras mantenemos los estándares bíblicos. Cuando “Ama a Dios, y ama a los demás” es una práctica observada en la vida de los padres, esto refuerza las razones de los hijos en creer que lo que el padre está enseñando está en armonía con la realidad.
La verdad de la Palabra de Dios permanece como el firme fundamento sobre el cual una vida puede ser edificada. El Apóstol Pedro les recuerda a los creyentes del primer siglo, “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos[1] su majestad” (2 Pedro 1:16).
Para reforzar que la narrativa de los evangelios no es ficción, Pedro brevemente relata estar presente en la transfiguración de Jesús. “Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (2 Pedro 1:17, 18).
Aunque los burladores negarán la inspiración divina de la Escritura (2 Timoteo 3:16), el evangelio sigue siendo “poder de Dios para salvación a todo aquél que cree, al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1:16). El Caso de Cristo por Lee Strobel, es tan sólo un ejemplo del intento de un intelectual por derribar la Biblia que resultó en la salvación del escéptico.
¿Qué tan bien preparados están nuestros chicos para “presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15)[2]. Es muy instructivo notar que esta exhortación es precedida por “santificad a Dios el Señor en vuestros corazones”. Incluso antes de llenar las cabezas de nuestros chicos con conocimiento, debemos estar seguros que sus corazones se han rendido a la fe salvadora en el Señor Jesús.
En un mundo de competencia por afirmaciones de la verdad, corrientemente expresada en términos como “la ciencia derriba a la Biblia”, hacemos bien en exponer a nuestros niños a mentes brillantes que practican disciplinas rigurosas mientras sostienen un alto concepto de la Escritura.
James Tour, un judío creyente en Jesús, enseñó bioquímica en la Universidad Rice y es un líder en innovación nanotecnológica. Sus conferencias acerca de la imposibilidad física de crear vida de la no- vida son un ejemplo de enlazar una perspectica bíblica con excelencia científica[3].
Hacemos bien en reconocer que las “afirmaciones exclusivas de la verdad” por sí mismas son consideradas cada vez más desagradables en nuestro mundo relativista. El camino desde la dialética de Hegel a través del deconstructivismo de Derrida, al moderno “cada quien tiene su propia verdad”, puede no ser una línea recta -pero aquí estamos. El desafío para nosotros como creyentes es aferrarnos a la verdad de Dios firmemente y con humildad, mientras buscamos hablar la verdad en amor.
¡Qué bendición decirle a un niño que con todo su corazón desea que los pokemones sean reales que hay una realmente fantástica Y verdadera historia! Cuenta con un superhéroe real con el poder de redimir al pecador y reparar este mundo roto.
El nombre de nuestro héroe es Yeshúa el Mesías, Jesucristo, el Justo Hijo de Dios y el pronto a venir Libertador. ¡Su reino de justicia y paz nos espera! Al presente Él es un amigo que permanece más cerca que un hermano - o cualquier pokemón ilusorio. “¡Vénganos Tu Reino!”
Wes Taber, Embajador Global de LIFE
¿Cuál desilusión de “pero yo pensaba que era real” has tenido que aceptar con el paso de los años?
¿Dónde estás experimentando los más fuertes ataques a tu fe el día de hoy?
¿Cómo estás ayudando a aquellos en tu círculo de influencia (niños y adultos) a navegar entre “verdad real” y “verdad relativa”?
El Apóstol Juan dice: “y nosotros vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14; 1 Juan 1:1- 3). Lucas describe las fuentes para su relato del evangelio como “tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lucas 1:2).
Nuestra palabra “apologética” viene de la palabra griega traducida aquí como “presentar defensa”.
Para una “probadita” del profundo abordaje del Dr. Tour a la fe y la ciencia, ver https://www.jmtour.com/personal-topics/evolution-creation/. Otro apologistca científico de mucha ayuda es el Dr. Jonathan Safarti; su libro The Greatest Hoax on Earth: Refuting Dawkins on Evolution ofrece un amplio rango de respuestas a preguntas clave.