No Tendrá Sed Jamás
¿Alguna vez has sentido una sed tan profunda que te deja dolorosamente anhelando agua?
Usualmente cuando hablamos de sed nos referimos a la necesidad física por fluídos para nuestro cuerpo. Nuestro sistema interno es increíble, y siempre está midiendo diferentes puntos de revisión dentro de nuestro cuerpo para asegurarse de que tengamos balanceados los niveles de agua y sal. Si estamos desnivelados, nuestro cuerpo alerta a nuestro cerebro y eso nos causa la sed.
Dado que el cuerpo humano está hecho mayormente de agua, esto es lo que deseamos. Cuando andamos bajos en agua nuestro mecanismo de sed entra en acción, provocando que queramos aquello que más necesitamos.
La Biblia habla acerca de una sed que va más allá de nuestra necesidad física.
¿Sabías que tu alma puede estar sedienta?
Una de mis festividades favoritas en el calendario judío se encuentra entre las fiestas de otoño: Sukot (la Fiesta de los Tabernáculos; ver Levítico 23:33- 36). Es la última de las fiestas de otoño, ¡y es considerada la más gozosa!
Aunque parecida al Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos, comparada con Sukot, Día de Acción de Gracias luce como un pequeño árbol junto a un poderoso roble.
Imagina conmigo una semana en la que se te ha mandado subir a Jerusalén a regocijarte delante del Señor en acción de gracias, festejo, descanso, y remembranza de la fidelidad de Dios; una semana para acampar con tu familia y la comunidad entera.
A cada familia se le manda construir una tienda para habitar por siete días en ella. Era un refugio temporal con tres paredes y un techo de paja para poder ver las estrellas cada noche.
Estas sukás (que significan tabernáculos de donde se deriva el nombe de la fiesta) son decoradas con flores y frutas (Levítico 23:40- 43). Este ejercicio era para recordar al pueblo judío el éxodo de Egipto y cómo Dios los sostuvo en el desierto.
Una de las ceremonias judías durante Sukot es la procesión de libación de agua. La historia nos dice que el sacerdote levítico llevaría un recipiente de oro a la fuente de Siloé, sacaría agua de la fuente y ascendería de regreso al altar para derramar el agua en una cuenca cerca del altar. Esta no era una procesión silenciosa. Era un desfile de GOZO, cantos, danzas, y batir de ramas de palmeras y sauces.
El último y gran día de la fiesta se llama Hoshaná Rabbá (que significa “la Gran Salvación”). Juan capítulo siete nos habla de cómo Jesús subió a Jerusalén a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. Sus enseñanzas durante esa semana dejaron a las personas sacudidas -sedientas, si te parece. Algunos estaban asombrados de Sus enseñanzas y otros lo acusaban de estar haciendo mal.
Entonces los judíos se maravillaban, diciendo: ¿Cómo puede este saber de letras sin haber estudiado? (Juan 7:15).
Entonces algunos de Jerusalén decían: ¿No es este al que procuran matar? Y ved, habla en público y no le dicen nada. ¿No será que en verdad los gobernantes reconocen que este es el Cristo? (Juan 7:25, 26).
Era a estos buscadores y acusadores a quienes durante la ceremonia de libación de agua Jesús les hace esta gran invitación. Imagínalo… en el último día de la fiesta, el desfile de GOZO hacia el altar. El sacerdote con los cánticos y el sonido del batir de ramas de palmera.
La semana en la que recordaban la fidelidad de Dios cuando estuvieron vagando por el desierto, el maná del cielo, el agua de la roca, la serpiente en una asta para sanar a los heridos. Jesús se para mientras la multitud está en silencio delante del agua derramada en la base del altar.
Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva» (Juan 7:37, 38).
Esta es la misma invitación que hizo a la mujer samaritana: Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna (Juan 4:13, 14).
Jesús identifica la gran necesidad de un alma. No era agua física a lo que Él se refería sino al Espíritu del Dios Vivo. El agua es un símbolo del Espíritu Santo.
Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado (Juan 7:39).
Esta Agua Viva que fue ofrecida no es un “qué” sino un “Quién”. Jesús estaba ofreciendo la máxima satisfacción en la Persona de Dios El Espíritu Santo.
El acceso al Espíritu Santo sólo puede venir a través de Jesús. Él fue prefigurado en la Torá en la roca que fue golpeada por Moisés y de dónde fluyó el agua, saciando la sed de los necesitados. Jesús sería “golpeado” en Su crucifixión y a partir de esa herida la humanidad encontraría a Aquél por quien nuestras almas están sedientas, el Espíritu Santo.
¿Está sedienta tu alma?
¿Eres como la gente de Jerusalén -mandada a regocijarse delante del Señor y aun así hastiada, escéptica, incrédula y anhelando por más?
La Fuente de GOZO se encuentra en el Mesías Jesús, quien abrió el camino para que el Espíritu fuera derramado en nuestras almas sedientas. La invitación sigue ahí; ven a Él, pon tu total confianza en Su obra y bebe profundamente de la fuente de salvación, para que tu gozo sobreabunde.
Con gozo sacarás agua de los manantiales de la salvación (Isaías 12:3).
Escrito por Kori, staff de Life in Messiah.
¿Está tu alma sedienta hoy? Ven a Él y a Su Palabra y encuentra refrigerio.
¿Cómo se vería elegir gozo por una semana en esta temporada de otoño?
¿Es tu primera vez escuchando sobre Sukot (la Fiesta de los Tabernáculos)? Revisa Sukot para conocer más.