“¡Oh no!”

 
 

“¡Papa, ven a ver! ¡Algo está mal con el refrigerador!”

Algo en efecto. La luz electrónica de la puerta del refrigerador está apagada.

Mis pensamientos inmediatos: Esto no es bueno. ¿Una falla de la placa de la computadora? ¿En cuánto va a salir eso?

Pero cuando la puerta del refrigerador se abre, la luz de adentro no se enciende.

Mmm. ¿Quizás el interruptor del circuito eléctrico está fundido? Pero las luces de la cocina siguen encendidas…

Un viaje al sótano revela que ningún revela que ningún interruptor se ha disparado.

Supongo que es tiempo de reemplazar este viejo refrigerador.

Lori es informada de la situación. Esto no puede esperar hasta la mañana, determina mi querida esposa. ¡Es necesario actuar para preservar la comida!

Paso 1. Vaciar el refrigerador de 25 años de edad pero que aún funciona. (Inserte comentario personal sobre la disminución de la calidad de los productos fabricados.)

Paso 2. Llevar los contenidos a la oficina donde hay espacio para el congelador y refirgerador disponible.

Paso 3. Llevar la comida del difunto refrigerador de 11 años y rellenar el refrigerador de abajo.

Paso 4. Confirmar que el refrigerador realmente está muerto probando con una fuente de alimentación alterna. Sip. Se nos fue.

La vida útil de esta unidad ha estado en duda por algún tiempo. El congelador requiere cada vez más de un descongelado manual regular, una tarea doméstica adicional. Es tiempo para un reemplazo.

El día siguiente visitamos nuestro distribuidor de electrodimésticos de confianza. Las buenas noticias: están felices de recomendarnos buenos fabricantes.

Las malas noticias: ninguno de los modelos se adaptan a nuestros parámetros, y algunos con los que nos podríamos acomodar no están en el inventario. Posiblemente, dentro de seis semanas… ¿?

Nos sugieren revisar disponibilidad en otro lugar. Regresaríamos a ordenar si no encontramos lo que estamos buscando en otro lado.

Tres tiendas de venta al por menor están cerca. Típicamente, revisaríamos la “tienda azul” al final; pocas veces son las más baratas. Pero son las más cercanas, y este es un artículo caro, así que aquí vamos.

Sam, el alegre vendedor, es jóven pero conocedor. Con el tamaño y marca en mente, en cuestión de tres minutos nos señaló una unidad que podría ajustarse a nuestras necesidades.

¡Voilá! Tamaño adecuado, características deseadas.

¡Y miren esto! ¡Está rebajado a $900! (dólares)

“¡Si está en stock, nos lo llevamos!”

Sam escanéa el código de barras. “¡Sip! En stock”.

¡Sí!

Entonces el temido, “Oh, esperen un minuto”.

¡Oh no!

Seguido de un, “Parece que una unidad abierta está disponible. Permítanme revisar”.

Resultó que alguien en la compañía había enlistado este modelo para venta en línea por… ¡$48 (dólares)! Varias fueron enviadas a las tiendas para recogerse antes de que el error fuera descubierto.

Obviamente, la compañía no podía dejarlas ir a ese precio, pero les descontaron $600 adicionales del precio de venta. Una unidad permaneció a ese precio cercano al costo en nuestra tienda. Ah, y Sam consigue que el gerente haga la entrega gratis

Lori está literalmente conmovida hasta las lágrimas por esta bendición inesperada del Señor.

Dos días después, el viejo “no tan fiel” refrigerador es arrastrado fuera y la nueva unidad instalada, pronto haciendo hielo como campeona. Justo a tiempo para los invitados en casa - y 11 días antes de que salgamos del país para una conferencia ministerial en Polonia.

Quizás te puedes identificar con la sensación de “oh no” en las kishkes (tripas) cuando algo inesperado sale mal, sólo para encontrar el arcoiris luego de la tormenta.

No estoy seguro que yo escogería las 9pm de un fin de semana para que el refrigerador entregue el espíritu. ¡Pero estoy muy contento porque lo hizo cuando lo hizo! ¡Imagina llegar a casa luego de semanas de viaje para encontrar artículos derretidos en el congelador y un refrigerador lleno de comida fétida!

A veces vemos la “gracia sobre gracia” de Dios de maneras tan tangibles. Como la vez hace unos meses atrás cuando se le poncho una llanta al coche de Lori. Estaba sola, a horas de casa, en una autopista interestatal.

Un extraño se detuvo para asistirla, cambió la llanta, y le dio consejos sobre cómo conducir seguro con una llanta de repuesto. Resulta que él era un creyente que “se cruzó por ahí” justo en el momento indicado. Y cruzando la calle de donde Lori se estaba reuniendo con sus amigas para comer estaba una tienda de neumáticos donde una nueva llanta se le instaló mientras ella comía.

La vida está llena de momentos “oh no”. Como cuando somos retrasados inesperadamente.

A veces entendemos después que debido a esa circunstancia negativa nos salvamos de un resultado peor, como evadir ser parte de un accidente más grave adelante en el camino.

O como la ocasión que perdí un vuelo de Tel Aviv a Estambul. Dios proveyó un encuentro divino (agendado por Dios) con un músico israelí en el siguiente vuelo, que me brindó la oportunidad de compartir el evangelio. Una amistad se inició aquel día que continúa hasta hoy.

Uno de mis personajes favoritos de la Biblia es José, para quien la vida es una serie de incidentes “oh no” que van de lo malo a lo peor. Vendido como esclavo (¡por sus propios hermanos!). Arrojado a una prisión egipcia (¡por rehusarse a las insinuaciones de la esposa de su jefe!). ¡Pasado por alto cuando otros reclusos son liberados y los profundos desánimos sólo se multiplican para este “perdedor” de por vida!

Hasta el día en que es traído ante el rey y elevado a la posición gubernamental más alta posible.

Ahora ya bien establecido en la vida, José tiene la oportunidad para la clásica venganza cuando sus hermanos se presentan buscando comida en un tiempo de hambruna. Si alguna vez hubo una razón para venganza, seguramente el trato a José por sus hermanos lo calificaba. Pero en lugar de infligir venganza, un José ya no tan joven bendice a sus hermanos mayores. “Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien” (Génesis 50:20).

Finalmente, la vida no se trata de refrigeradores fallidos, neumáticos ponchados, o vuelos perdidos. Ni siquiera de maltrato flagrante y falsas acusaciones contra nosotros. Estas son circunstancias ordenadas en las cuales nuestra fe (¡y santificación!) son probadas. Las decepciones de la vida(y peor) proveen oportunidades para ver hacia el cielo con una actitud de “escojo confiar en Ti, Señor”.

“Dios planea lo que atravesamos. Nosotros decidimos cómo vamos a atravesarlo” Escoger confiar en la soberana bondad de Dios, cuando nuestras circunstancias están lejos de lo que nosotros hubiéramos escogido si estuviéramos a cargo, sigue siendo la mejor elección. En las palabras del viejo himno:

A menudo somos arrojados y conducidos

en el mar inquieto del tiempo,

cielos sombríos y tempestad aulladora

a menudo triunfa un sol brillante;

en esa tierra de día perfecto,

cuando las brumas se hayan disipado,

lo entenderemos mejor poco a poco[1].

 “En el dulce más allá”[2] todo será aclarado. La tragedia se volverá triunfo en ese día glorioso.

 Pero “Hasta entonces”[3] que rápidamente reconozcamos la presencia y el poder de la buena mano de Dios - incluso en medio de nuestros momentos “¡oh no!” en el aquí y ahora.

Escrito por Wes, Embajador Global de Life in Messiah


  1. ¿Qué tan recientemente has tenido un “guiño de Dios” – una circunstancia en la que claramente ves la mano de Dios protectora, provisora o guiadora? 

  2. Testimonios personales de la bondad de Dios en nuestras vidas pueden ser muy buenos puentes para conversaciones espirituales. ¿Hay algún familiar no creyente, amigo, o compañero del trabajo que se pudiera beneficiar de escuchar tu historia? 

  3. Los momemtos “¡oh, no!” frecuentemente nos causan que miremos hacia el cielo. Si tienes alguna situación por la cual te gustaría pedir oración, escríbenos un correo a office@lifeinmessiah.org 


  1. “We’ll Understand it Better By and By” por Charles Albert Tindley, 1905. 

  2. Himno por Sanford Fillmore Bennet, 1868. 

  3. La canción vanguardista de Stuart Hamblen también nos apunta a una perspectiva eterna. 

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