Relatos desde un país en guerra

 
 

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Mi corazón dio un salto. Acababa de comprar un boleto para Israel… en tiempo de guerra.

“Dios, ésta fue Tu instrucción clara, ¿cierto? ¿O escuché mal? Soy una esposa, una madre, y una hija. No, estoy segura que Tú dijiste que necesito ir y abrir las puertas de par en par para irme”.

Maletas hechas. Hora de irse.

Al arribar al aeropuerto, fui interrogada por 30 minutos. Luego me dieron etiquetas de alerta de máxima seguridad. ¿Por qué una mujer americana se dirigiría a Israel en tiempo de guerra?

Cada uno de los elementos en mi bolso fue revisado. Al final me permitieron subir al avión, enviada con una bendición de la señorita de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA).

Llegada

Recibida por mis amigos en Tierra Santa, pasé la noche en su casa cerca del centro de Israel. A mi llegada me permitieron saber dónde estaba el refugio, previamente abastecido con comida, agua, y linternas. Yendo a la cama, reuní una pequeña mochila para viajar en caso de que una alerta de peligro de cohete se activara durante la noche. Me acosté ahí por horas esperando que el sueño venciera mis pensamientos. Finalmente me desperté con el sonido del trinar de pájaros y el sol brillando. Era surreal pensar que estaba en un lugar de guerra cuando todo se sentía tan pacífico.

Tomé una taza de café y me senté frente al televisor. El cese al fuego justo había terminado. Eché un vistazo a mi reloj para ver que los cohetes en el sur habían reiniciado.

“Señor, protégenos”, dije en silencio, tratando de permanecer fuerte como mis amigos israelíes quienes ya habían soportado esto por los últimos 56 días.

Pensé dos veces antes de meterme a la ducha. ¿Tenía una toalla cerca? ¿Algo que me pueda poner en menos de 90 segundos mientras corro para tomar refugio?

Uniéndome a Sevir

Esa tarde, me uní a un grupo que servía con alivio de guerra. Al reunirme con el equipo, todos tenían una historia de cómo Dios de modo único los llamó a venir, diciéndo que sí a pesar de que el viaje era en menos de una semana. Dios movilizó 74 personas de 10 países para venir de voluntarios para un tiempo como este. Para algunos, esta era su primera vez en Israel. Algunas mujeres vinieron dejando cuatro, cinco, o seis pequeños niños en casa. Wow. ¡Nuestro Dios es un movilizador!

Llegando al hotel, subí al elevador con una mujer que llevaba un plato de la cafetería a su cuarto. Su rostro estaba alicaído. ¿Será una persona desplazada? ¿Habría perdido su hogar? ¿Miembros de su familia? Muchas preguntas vinieron a mi mente preguntándome por su historia detrás. Resultó que el hotel estaba lleno de gente desplazada. Unos 200,000 israelíes habían sido movidos de los pueblos fronterizos a hoteles alrededor del país.

Su resiliencia era fascinante de mirar. No tenían cocina, no tenían sala, ni patio. Entonces, se reunían en el vestíbulo del hotel, haciendo nuevos amigos, tejiendo lazos debido a una experiencia trágica compartida. Los niños jugaban juegos en el vestíbulo, formando nuevos recuerdos. Una dama dirigía una clase de pilates, buscando brindar alguna semejanza con la normalidad. Jovencitas adolescentes se ofrecían a ayudar con los pequeños.

Hace dos meses, el país estaba dividido políticamente; las manifestaciones paralizando el transporte público. Hoy, el país está unificado, la gente muestra más gracia, es más paciente, y servicial el uno con el otro mucho más de lo que yo había visto antes.

 
 

El Giro

Después del 7 de Octubre, los ministerios en Israel tuvieron que girar rápidamente hacia el alivio de la guerra. Una agencia empaca 3,000 cajas de comestibles cada semana, sirviendo a familias desplazadas, a aquellos teniendo que buscar refugio frecuentemente cerca de la frontera, y a familias con un padre que está fuera combatiendo.

Mientras caminábamos en Jerusalén, la gente se nos quedaba viendo extraño. No habían visto un “grupo turístico” en dos meses. La industria del turismo estaba sufriendo. De acuerdo a un tendero, “Esto es peor que durante el COVID”.

Pero ellos también giraron. Los hoteles se llenaron con familias desplazadas. Los autobuses de turismo transportaban soldados. Los restaurantes enviaban comida a las líneas de batalla. Los laicos se ofrecieron como voluntarios para la seguridad de la ciudad.

Sirviendo cerca de Tel Aviv

Durante nuestro corto tiempo, servimos en una variedad de maneras cada una proveyendo nuevas perspectivas a la vida en Israel. Un día mientras empacábamos comida cerca de Tel Aviv, mi teléfono comenzó a sonar: “Alerta Crítica, tienes 90 segundos para refugiarte”.

Nos dirigimos al refugio más cercano mientras un cohete se aproximaba. Oí muchos “bums”. Afortunadamente el Domo de Hierro se desplegó y detuvo a los cohetes en el aire. Esperamos 10 minutos para que los escombros y la metralla se despejaran y regresamos a empacar.

 
 

Sirviendo en poblados fronterizos

Aunque no estaba en el itinerario, una tarde nos informaron que nos dirigiríamos a la frontera cerca de Gaza para recoger fruta. Mi corazón empezó a latir con fuerza. No estaba preparada mentalmente para esto. Hablé con nuestro guardia de seguridad que viajaba con nosotros.

“Sólo para asegurarme de que entiendo la situación. Nos dirigimos a un huerto de cítricos, donde los cohetes caen frecuentemente. Donde vamos a tener 15 segundos para busar refugio si la alerta se enciende. Pero, oh espera, no hay refugio en un huerto de fruta. Y, oh espera, el Domo de Hierro podría no desplegarse si la trayectoria es un campo abierto. ¿Es correcto?”.

Él respondió, “Sí, debemos orar por mañana”.

Nos dieron la opción de quedarnos atrás. Pero yo sentí que el Señor estaba diciendo que estaba bien, y que estábamos bajo su atento cuidado.

Ese día, recogimos frutas cítricas. El país tiene un recorte de 10,000 trabajadores de agricultura dado que la mayoría han volado a su país de origen, fueron llamados como reservas o fueron asesinados el 7 de Octubre. Mucho del fruto caerá y será desperdiciado si no se cosecha a tiempo.

Escuché un sonido y, por alguna razón, mis pies me dirigieron junto a mi nuevo amiga de Alemania a correr hacia el sonido. Alzamos la vista para ver tanques de la Fuera de Defensa de Israel (IDF) pasando. Permanecimos saludándo y levantando los pulgares. Ellos sonrieron, espero que animados a combatir otro día.

Esto fue surreal. Sólo en las películas de la Segunda Guerra Mundial había visto mujeres tipo “Rosie la Remachadora” animando a las tropas mientras luchaban contra los nazis y sus simpatizantes. Aquí estaba yo en pleno 2023, saludando a las IDF mientras buscan erradicar el mismo espíritu antisemita que habitaba en los Nazis. Verdaderamente surreal.

De vuelta hacia Jerusalén, le agradecí al Señor por protegernos mientras estuvimos cerca de la frontera. Mientras íbamos, vi una alerta de cohete para el poblado donde justo habíamos servido. Luego el líder del viaje anunció en el micrófono del autobus los planes para el siguiente día. “Volveremos a dirigirnos a la frontera con Gaza”. Tiempo para más confianza y fortaleza.

 
 

Turismo en Be’eri

La siguiente mañana, servimos el desayuno a unos soldados estacionados a menos de dos millas de la frontera con Gaza. “Han calentado nuestros corazones y nuestros vientres”, dijo un soldado. Él nos informó luego que su esposa había dado a luz un bebé en la mañana del 7 de Octubre. Él apenas ha estado en casa para pasar tiempo con su nuevo paquete de alegría.

Era momento de dirigirnos al Kibbutz Be’eri. Mi mente rápidamente recordó las imágenes de Auschwitz donde había estado de visita durante el verano. Be’eri es uno de los kibbutzes que fue infiltrado en aquella mañana de Shabbat, del cual han circulado fotos en las redes sociales, pero que muchas no han podido ser mostradas debido al contenido gráfico. Diez por ciento de la población del pueblo fue brutalmente masacrada.

Equipada con un casco táctico y chalecos antibalas, recorrimos el pueblo. Yo podía escuchar la guerra librándose a la distancia, con ametralladoras disparando y estruendos de artillería. Salté las primeras veces. Pronto me acostumbré.

Vi un juguete infantil entre los escombros. Casas quemadas. Flores brillantes floreciendo en marcado contraste con la visión de la carnicería que había ocurrido. Las palabras de uno de los sobrevivientes hacían eco en mi cabeza, “El 6 de Octubre pensábamos del Kibbutz Be’eri como un verde paraíso, pero en la mañana del 7 de Octubre, era un infierno oscuro”.

 
 

Sirviendo en el Norte

Familias también han sido desplazadas de la frontera con el Líbano a pueblos y kibbutzes en el Golán. En un kibbutz pintamos tres edificios que ahora servían como escuela para los niños desplazados. Otro giro.

Charlamos con un hombre de norteamérica. Justo acababa de inmigrar a Israel el 4 de Octubre y había comenzado a asentarse en un pueblo fronterizo. Ahora él estaba ayudando a dirigir esfuerzos de alivio, no teniento siquiera las cajas desempaquetadas en la casa de la que tuvo que huir.

Organizamos un día divertido para los niños. Habían pasado dos meses desde que estos chicos habían tenido un día normal. Con una casa inflable, fútbol, pintura de caras y más, los niños pudieron sonreír y reír por primera vez en mucho tiempo. Una pequeñita extrañaba su animal de peluche favorito, dejado atrás en una casa a la cual podría nunca regresar. En el día divertido, ella hizo una marioneta de calcetín (una compañera del equipo había empacado todo lo necesario desde los E.U.), y su mamá estaba al borde de las lágrimas al ver el rostro de su hija iluminarse.

 
 

Jardín Conmemorativo

¿Por qué estaba nuestro grupo sembrando 400 pinos para un jardín conmemorativo? Dos razones. Uno, pronto los israelíes necesitarán un lugar para lamentar y dolerse por las atrocidades cometidas en ese fatídico día. Los psicólogos estan perplejos sobre cómo ayudar a los niños a procesar tales horribles eventos. No hay manual para tal cosa. Dos, ya hay algunos negacionistas diciendo que la atrocidad del 7 de Octubre no ocurrió.

De vuelta en casa

Espero que nuestros pobres esfuerzos hayan hecho mella en la ayuda que Israel necesita en este tiempo. Confío en que nuestra presencia mostró “que no están solos” a un pueblo sintiéndose aislado por el incremento del antisemitismo alrededor del mundo y un corazón roto ante las imágenes de estudiantes de universidades y protestantes pro- Hamás.

¿Te unirías?

¿Te nos unirías en compartir estas historias? Como seguidores del Dios de Israel, es momento para respaldar a Israel. Como seguidores del León de la tribu de Judá, ¿rugirías ante las injusticias cometidas contra el pueblo judío? Y como seguidores del Dios que envió a Su Hijo a salvar al mundo, ¿hablarías contra Hamás, quien está usando a la población de Gaza para sus malignos propósitos?

Escrito por Stephanie, staff de Life in Messiah



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