¿Sólo postres? (¿Su merecido?)[1]
“La vida es incierta. Come el postre primero”.
Mi abuela maternal nacida en Dinamarca era una gran panadera. Rollos daneses y galletas, pays americanos… yo amaba venir a casa a los dulces aromas que me hacían agua la boca, flotando fuera del horno.
La abuela Payton incluso tomó clases de decoración de pasteles para mejorar sus creaciones. Pero la “cereza del pastel” no era necesaria. Sus confecciones eran deliciosas por sí mismas.
Mientras entramos al 2024 en el calendario occidental, muchos tienen la esperanza de que el año que viene esté lleno de dulzura. Pero no lo endulcemos: la vida tiene más de lo que le corresponde de salado, ácido y francamente amargo.
Cuando miramos a la creciente inundación de odio, crimen, y terror en nuestro mundo, podríamos desear que los haters, criminales y terroristas reciban “su merecido”. ¡Y rápido! “Justicia retrasada, es justicia negada”.
Nuestras pantallas están llenas con imágenes de corrupción y violencia de la clase más horrenda. Y aun así, nuestra percepción de ese mal es limitada. ¿En cuántos lugares de nuestro mundo hoy niños están siendo traficados, mujeres abusadas, disidentes encarcelados y golpeados, o pastores ejecutados públicamente pero no llegan a las noticias vespertinas?
Uno sólo se puede imaginar el peso de la congoja y desesperanza si pudiéramos tener un vistazo de lo que Dios ve universalmente. La maldad realizada en secreto es conocida por Él. Él oye las palabras susurradas de traición. Él conoce los pensamientos y las intenciones de cada corazón humano.
Podríamos pensar que el mundo nunca ha estado tan mal como ahora. Pero allá en los días de Noé, “Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal… Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Génesis 6:5, 11, 12).
Moisés relata: “Y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón” (Génesis 6:6). Concemos la historia. El Dios que es demasiado puro de ojos para ver el pecado había visto suficiente. Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor; sólo su familia de ocho almas fue salvada del diluvio universal.
Tan sólo cinco generaciones después del diluvio encontramos a Abraham negociando con Dios sobre la inminente destrucción de la perversa Sodoma. El patriarca negocia hasta “10 justos” como la base para salvar la ciudad. Dios hace los cálculos y manda fuego y una lluvia de azufre desde el cielo. Sólo los cuatro de la familia inmediata de Lot se salvan (y su esposa se convierte en sal poco después).
Con corazones apesadumbrados reconocemos que nosotros también vivimos en un mundo preparándose para el juicio divino. Entramos al año nuevo con un deseo de mejorar pero, ¿cuál es la base de nuestra esperanza? ¿Estaríamos en una mejor posición para negociar que en la que estuvo Abraham?
Cuando examino mi propia vida bajo el reflector del Espíritu Santo, me convenzo rápidamente de que deseo misericordia por encima de juicio. Si yo recibiera lo que merezco, ya estaría condenado.
¡Y no estoy solo! La Escritura nos instruye:
“no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.” (Salmo 14:1-3).
“por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino” (Isaías 53:6a).
Afortunadamente, Isaías continúa diciendo, “pero el Señor hizo que cayera sobre Él
la iniquidad de todos nosotros” (Isaías 53:6b). El Dios que conoce las profundidades de la depravasión humana también se “envolvió” en un cuerpo humano para que el Hijo sin pecado pudiera pagar la pena por nuestros pecadores, y darnos Su justicia (2 Corintios 5:21).
“Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). ¡Qué verdad tan reconfortante para el pecador arrepentido que confía en el Salvador que Dios proveyó!
Comer “sólo postre” nos dejaría con un déficit nutricional y sujetos a la enfermedad.
Recibir nuestros “merecidos” significaría estar eternamente separados de nuestro Santo Creador.
Pero al ser justificados por la fe, “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, …y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. “ (Romanos 5:1-5).
¡“Gloriarse en la esperanza” en contraste con esperar cierto juicio! Ahora esa sí es una gran manera de entrar al 2024.
¡Feliz Año Nuevo en efecto de parte de todos nosotros en Life in Messiah Internacional!
Escrito por Wes, Embajador Global de Life in Messiah
Mientras repasas el 2023, ¿dónde has visto la gracia de Dios obrando en tu vida?
Mientras miras hacia el 2024, ¿para qué cosas estás confiando en Dios?
Si aún no estás “gloriándote en la esperanza”, quizás este mes harías bien en pasar tiempo extra meditando en las Escrituras que hablan sobre nuestro “pronto auxilio en las tribluaciones” y recordar del futuro glorioso prometido a todos aquellos que ponen sus confianza en el Señor Jesús.
Frase idiomática en inglés para expresar que alguien recibe algo malo, merecido por el mal que ha hecho.